UN PASTOR CON OLOR A OVEJAS
José Gabriel del Rosario Brochero nació el 16 de marzo de 1840 en Santa Rosa de Río Primero, Córdoba, Argentina. Entró al Seminario Mayor "Nuestra Señora de Loreto" cuando tenía 16 años. En diciembre de 1869 asume el extenso Curato de San Alberto que en ese entonces contaba con más de 10,000 habitantes que vivían en lugares distantes sin caminos y sin escuelas, desperdigados por las Sierras Grandes de más de 2,000 metros de altura.
Era triste el estado moral y la indigencia material de la gente. El corazón apostólico de Brochero no se desanima, sino que desde ese momento dedicará su vida toda no sólo a enseñar el Evangelio sino a educar y promocionar a sus habitantes.
Al año siguiente de haber llegado, comenzó a llevar a hombres y mujeres a Córdoba, para hacer los Ejercicios Espirituales recorriendo unos 200 kilómetros cruzando las sierras. Dicha travesía requería tres días a lomo de mula y las caravanas muchas veces superaban las quinientas personas.
Más de una vez fueron sorprendidos por fuertes tormentas de nieve. Al regresar, luego de nueve días de silencio, oración y penitencia, sus feligreses iban cambiando de vida, siguiendo el Evangelio y buscando el desarrollo económico de la zona.
En 1875, con la ayuda de todos los habitantes del poblado, comenzó la construcción de la Casa de Ejercicios de la entonces Villa del Tránsito (localidad que hoy lleva su nombre). Fue inaugurada en 1877 con tandas que superaron las 700 personas, pasando por la misma, durante el ministerio parroquial del Siervo de Dios, más de 40,000 personas. También construyó la casa para las religiosas, el Colegio de niñas y la residencia para los sacerdotes.
Con sus feligreses construyó más de 200 kilómetros de caminos y varias iglesias, fundó pueblos y se preocupó por la educación de todos. Solicitó ante las autoridades y obtuvo mensajerías, oficinas de correo y estafetas telegráficas. Proyectó el ramal ferroviario que atravesaría el valle de Traslasierra uniendo Villa Dolores y Soto para sacar a sus queridos serranos de la pobreza en que se encontraban, "abandonados de todos, pero no por Dios", como solía repetir.
Predicó el Evangelio asumiendo el lenguaje de sus feligreses para hacerlo comprensible a sus oyentes. Por doquier administró los sacramentos y llevó lo necesario para celebrar la Santa Misa. Subía y bajaba montañas a lomo de su mula "Mala Cara". Ningún enfermo quedaba sin la absolución, para lo cual ni la lluvia ni el frío lo detenían. "Ya el diablo me quiere robar un alma, y no lo voy a permitir", decía. Se entregó por entero a todos, especialmente a los pobres y alejados, a quienes buscó solícitamente para acercarlos a Dios.
Sin ingenuidad, pero también sin ceder a lamentos o enfrentamientos estériles se dedicó con empeño y con espíritu constructivo a la maravillosa tarea de evangelización.
En su vejez el Padre Brochero enfermó de lepra por convivir con enfermos, que lo dejó sordo y ciego. Caracterizado por usar un lenguaje popular, sus últimas palabras fueron: "ahora tengo ya los aparejos listos pa´l viaje". Tras soportar intensos dolores, el cura gaucho falleció el 26 de enero de 1914. Años después de su entierro se encontró que su cuerpo estaba incorrupto. El proceso de canonización se inició en la década de 1960 y fue declarado venerable por el Papa Juan Pablo II en 2004.
Varios sucesos extraordinarios le dieron un gran impulso a la causa de canonización de este gran sacerdote: El padre del niño Nicolás, Osvaldo Flores, recordó que el milagro que sirvió para la beatificación del Padre Brochero comenzó el 28 de septiembre del año 2000, cuando se dirigía con toda su familia hacia Mina Clavero, y en Falda del Cañete, a unos 25 kilómetros de la capital cordobesa de Argentina, los chocó, de frente, una camioneta, sin luces. "Ante el accidente, lo primero que atiné a hacer fue sacar a mi hijo Nicolás, de apenas once meses, de los brazos de su madre. Entonces, advertí que la mano se me llenaba de sangre por el fuerte golpe que mi niño había sufrido en la parte posterior de la cabeza, y en ese momento le pedí a Brochero que intercediera por la vida de Nicolás, porque me di cuenta que se moría". A raíz del accidente automovilístico, su abuelo falleció y su madre resultó herida".
La segunda vez que Osvaldo Flores pidió a Brochero por su hijo fue cuando, luego de haber sido trasladado al Hospital de Niños, de la capital cordobesa, el médico neurólogo Vicente Montenegro le dijo que tenían que operar a Nicolás. "Tenían que operarlo. La sangre acumulada en el cerebro era mucha y estaba ejerciendo presión. El médico me dijo que las secuelas serían impredecibles, por la cantidad de paros cardíacos y porque había perdido masa ósea y masa encefálica". "El primer milagro es la propia vida de Nicolás, que se haya recuperado de tantos paros cardíacos, uno de ellos de 15 minutos de duración".
Tras mes y medio de internación. Nicolás recibió el alta médica, pero, según su madre, debido a la vida vegetativa que le habían diagnosticado, era prácticamente "un niño de trapo", al que sólo cabía darle amor, según los médicos. "No efectuaba ninguna expresión, sólo respiraba y deglutía".
Los médicos les habían recomendado a los padres que estudiaran lenguaje de señas con el fin de comunicarse con Nicolás, sin embargo, a los dos años de ocurrido el accidente, comenzó a hacer sonidos guturales para pedir comida.
A finales del año 2001, cuando el pequeño estaba siendo preparado para colocarle una prótesis, sorprendió a todos al darse cuenta que su cuerpo estaba recuperando la masa ósea perdida. El médico que lo atendía dijo: "Si ustedes son creyentes o hicieron alguna promesa, empiecen a cumplirla, porque esto es un milagro". Después de varios años, pudo hablar, a pesar de que había perdido su hemisferio izquierdo en forma completa, donde están cifradas las funciones del lenguaje. En la actualidad, Nicolás es un jovencito normal, sonriente, y muy agradecido con Dios.
La ceremonia de beatificación del "Pastor con olor a ovejas" tuvo lugar en la pequeña localidad cordobesa de Villa Cura Brochero el 14 de septiembre de 2013. Fue presidida por el cardenal Ángelo Amato, con la participación de 200,000 fieles.
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