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MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS

EL LADO OSCURO DE LA MENTE

Jacobo Zarzar Gidi

Siempre se ha pensado que los chimpancés son los primates más parecidos al hombre. Su grado de inteligencia es bastante elevado; platican los observadores de la naturaleza, que se les ha visto en la espesura de la selva quebrar las nueces de cáscara dura con una piedra en la mano. Influenciados por las películas de Tarzán, las personas los han considerado como animales simpáticos, nobles y de buen corazón. Sin embargo, la realidad es muy diferente. Investigaciones realizadas en los últimos años han descubierto que se trata de un animal que se vuelve sanguinario con los de su misma especie. Sorpresivamente, planea con su grupo familiar un ataque sorpresa a otros chimpancés que viven en zonas diferentes. Salen decididos a todo, y se enfrentan a sus adversarios a pesar de no tener motivo para atacarlos. La lucha es cruel y sanguinaria, matan a sus contrincantes, les despedazan el cuerpo y cometen canibalismo. Al darse cuenta de todo esto, los científicos cambiaron su manera de pensar y ya no están convencidos de que estos animales sean tiernos y dóciles.

Estudios recientes han descubierto que algo muy parecido acontece con el hombre. La imagen que damos a conocer en nuestras relaciones sociales difiere de lo que en realidad llevamos dentro. En determinadas circunstancias somos capaces de realizar el peor de los actos y no comprendemos cómo pudimos llegar tan lejos. El mal permanece en nuestro interior y difícilmente lo podemos erradicar. En muchas actitudes de nuestra vida se refleja que somos descendientes de Caín porque su maldad aflora en nosotros a cada momento, y porque históricamente, Abel, al ser asesinado en forma por demás prematura, no alcanzó a tener descendencia. Con frecuencia escuchamos que cuando una persona alaba a otra, la esposa de éste interviene diciendo: "así opina usted porque no lo conoce...". San Pablo, en la Epístola dirigida a los Romanos les dice haber descubierto que aun queriendo hacer el bien, es el mal el que se le presenta. Y añade: "¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte?".

Se dice que a las personas se les conoce mejor en los momentos difíciles, pero la parte oscura y nefasta de los sentimientos de la gente brota cuando la ambición desmedida estalla al recibir una herencia, cuando se presentan problemas en una sociedad mercantil, y simplemente cuando se encuentran de por medio los intereses del dinero. En esos momentos sale a relucir una lucha interna en la cual dominan las pasiones y resaltan los peores instintos, olvidándonos por desgracia de la hermandad y de la amistad. Lo que importa en esos instantes es "aprovechar la oportunidad que se presenta", acaparando la mayor cantidad de bienes, y sin voltear a ver a quién se pisotea, sobre todo cuando el difunto ha muerto intestado, y en una sociedad cuando alguno de los socios tiene el mayor control de las acciones, pudiendo hacer y deshacer las cosas sin tomar en cuenta a los que son minoría.

La cizaña es una planta que se da generalmente en medio de los cereales y crece al mismo tiempo que éstos. Es tan parecida al trigo que antes de que se forme la espiga es muy difícil al ojo experto del labriego distinguirla de él. Más tarde se diferencia por su espiga más delgada y su fruto menudo. Se distingue sobre todo porque la cizaña no sólo es estéril sino que además, mezclada con harina buena, contamina el pan y es perjudicial para el hombre. Sembrar cizaña entre el trigo era un caso de venganza personal que se dio no pocas veces en Oriente Medio. Las plagas de cizaña eran muy temidas por los campesinos, pues podían llegar a perder una cosecha completa. Todo esto se parece a la maldad que tenemos en nuestro interior la mayoría de los hombres y que muchas de las veces sacamos a flote en el momento menos esperado. Es campo propicio para que esto suceda, el permanecer un largo tiempo presionado económicamente, el estar enfermo o tener problemas de índole diversa. Es como un aguijón de perversidad con el cual dañamos a nuestro prójimo.

El enemigo de Dios y de las almas ha utilizado todos los medios humanos posibles para avanzar en su trabajo. Es importante aclarar que una cosa es la tendencia innata hacia el mal que todos tenemos y otra es la maldad que a diario adquirimos influenciados por las fuerzas externas demoníacas que constantemente nos acosan. Así vemos cómo se desfiguran ciertos acontecimientos, cómo se silencian otros, cómo se propagan ideas demoledoras sobre el matrimonio a través de series de televisión que llegan a enormes multitudes y motivan a las parejas a que acudan al divorcio, cómo se impulsa el aborto y la eutanasia, y cómo cobra importancia la forma pagana de vivir la vida.

A cada cristiano, esté donde esté, le atañe la misión de sacar a otros hombres de su ignorancia y de sus errores, de sus tristezas y de sus enojos, ofreciéndoles fraterna paz espiritual para que lo malo no florezca y se extienda la nobleza de espíritu en los corazones buenos. Esta es la única manera de que la violencia se detenga, de que la inconformidad tan generalizada se termine, y que el temor a Dios reine de nuevo entre todas las personas que por una causa u otra lo han perdido.

Muchos cristianos nos hemos dormido y permitido que el enemigo sembrara la mala semilla en la más completa impunidad. Es tiempo de que nos empeñemos en que nuestras costumbres de todos los días, nuestras palabras y nuestros actos, sean más conformes con el querer de Dios. Es necesario velar día y noche para no dejarnos sorprender, vigilar para no dar cabida al error, rezar para que la desesperación no se apodere de nosotros y nos lleve a realizar actos de los cuales el día de mañana podemos llegar a arrepentirnos.

La cizaña sólo puede contrarrestarse con una mayor abundancia de buenos ejemplos. Con actos heroicos de valor y de constancia; con el cumplimiento de los deberes ordinarios; con una presencia activa en las realidades humanas nobles que de alguna manera nos atañen, y con la oración. No basta el quejarnos de la observación desagradable que a diario hacemos del mundo, no basta el enterarnos de los hechos negativos que acontecen, es necesario poner nuestro granito de arena en forma repetitiva para que algo de nuestro medio se transforme. Pero esto únicamente lo lograremos después de haber cambiado un poco nuestra conflictiva manera de ser y de actuar.

jacobozarzar@yahoo.com

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