Vuelven los tiempos de campaña. Tiempos de promesas, expectativas, ajustes clientelares, golpes bajos y guerra sucia. Ha comenzado la carrera por conquistar las alcaldías de los municipios en, por primera vez al mismo tiempo, toda la Comarca Lagunera. Los contrincantes tratarán de mover a sus simpatizantes y clientes a las urnas y convencer a los indecisos de darles su voto. Para ello dirán que empeñarán su palabra; que firmarán compromisos; que, en caso de ganar, atenderán siempre la voz de los ciudadanos; que rescatarán a la ciudad de la podredumbre que la infecta; que harán obras extraordinarias; que pondrán en marcha programas para todos; que sólo ellos lo pueden hacer. Es decir, dirán lo mismo de siempre. Lo que se ha venido escuchando todos estos años sin que se pueda vislumbrar aún luz alguna en este oscuro túnel en el que se encuentra la región.
La realidad es que, más allá de las promesas, los gobiernos locales siguen siendo débiles frente al poder de los gobiernos estatales; incapaces de articular estrategias conjuntas y eficientes, y lejanos del poder central, radicado en la capital. Siguen estando inmersos en la viciada dinámica de los grupos en el poder, sujetos a los intereses de los partidos que gobiernan. Basta observar la ausencia de coordinación de los ayuntamientos de las cuatro ciudades que conforman la llamada zona metropolitana de La Laguna. La inseguridad, el estancamiento económico, el deterioro urbano, las dificultades financieras, la caída de los servicios públicos, son problemas que los han rebasado y para los cuales no han logrado ofrecer soluciones.
En medio de esta realidad, la voz ciudadana hasta ahora se ha escuchado poco. Cada quien busca salir adelante en esta región hostil como puede, sin que exista aún una conciencia generalizada de que sólo juntos podremos salir adelante. Mientras algunos cuantos se organizan para exigir y buscar salidas integrales que requieren de la participación de todos, otros le apuestan al aislamiento, a la disgregación, al amurallamiento, al autoexilio… al “sálvese quien pueda”.
Hoy más que nunca es necesaria la construcción de una agenda ciudadana y regional que aproveche la coyuntura inédita de la convergencia de elecciones para trazar por fin los caminos que nos puedan sacar del atolladero, que nos puedan llevar a mejor puerto. Hoy más que nunca es necesario el esfuerzo de todos. La gran interrogante es: ¿cómo hacerlo? No va a ser fácil, pero quizá se deba empezar por responder otra pregunta: ¿estamos dispuestos a desaprovechar esta oportunidad y ver cómo nos seguimos hundiendo como región? Más allá de las formas de las campañas, hoy hay que trabajar en el fondo, y éste no puede ser otro que sacar adelante a La Laguna.