El informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que revela un aumento en los índices de pobreza extrema en Coahuila, provocó la indignación del gobernador Rubén Moreira, quien exige "mayor profundidad en el análisis de los datos...".
La respuesta vino enseguida de una investigación de El Siglo de Torreón, que determina que en el año de 2010 el gobierno del otro Moreira reportó un gasto de diez mil millones de pesos en programas sociales, de los cuales sólo está justificado el catorce por ciento. Lo anterior quiere decir que en esa sola cuenta existen ocho mil seiscientos millones de pesos sin justificar y que como tal se esfumaron, precisamente en los días en que Humberto Moreira se trepaba en la dirigencia nacional del PRI y Rubén preparaba el relevo de la gubernatura entre hermanos.
Las cifras están soportadas en un informe de la Auditoría Superior de la Federación en el marco de la administración que preside Enrique Peña Nieto, por lo que Moreira no puede alegar que la información derive de un complot panista, como lo hizo por sistema durante el gobierno de Felipe Calderón. Aún es tiempo de restituir al patrimonio de los coahuilenses los recursos sustraídos y de castigar a los responsables del saqueo, porque más vale tarde que nunca.
La gravedad de los señalamientos no hace mella en Moreira, que en medio de lo que en cualquier otra parte del mundo sería una tormenta, hace caso omiso y anuncia que el gobierno estatal a su cargo "adquirirá" el Teatro Isauro Martínez y que para tal efecto, ya "platicó" con Olmos y Riquelme.
No dice el gobernador en qué términos conciba tal "adquisición", no menciona que la haya planteado ante los ciudadanos de Torreón por ninguna vía oficial o extraoficial; no expresa que haya dialogado al respecto con quienes integran el Patronato del Teatro ni con los sectores vinculados a la actividad cultural o con los organismos sociales intermedios que aún sobreviven en nuestra ciudad. No esgrime Moreira un sólo argumento teleológico sobre la finalidad que persiga con esto; no refiere una explicación de mera conveniencia práctica; ni siquiera emplea un pretexto engañoso para justificar el despojo. Su postura es simple y contundente: Yo soy el dueño del rancho y ya platiqué con mis dos caporales…
La megadeuda de treinta y seis mil millones de pesos que pesa sobre las espaldas de los coahuilenses es enorme, en términos de aumento del índice de pobreza extrema, destrucción del tejido social y falta de inversión.
Sin embargo el despojo anunciado del Teatro Isauro Martínez no es poca cosa. Se trata de un inmueble emblemático con valor histórico y arquitectónico que pertenece al patrimonio de nuestra ciudad, que por sus características goza de un régimen de protección del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), que aportó el dinero para su costosa restauración. El hecho de que el teatro esté incluido en el catálogo de espacios a cargo del INBA, le ofrece a nuestra ciudad la oportunidad de acceder a recursos públicos y a programas culturales privilegiados.
El régimen de privilegio de que goza el Teatro Isauro Martínez hace que su apropiación en beneficio de cualquiera otra entidad distinta a Torreón constituya un despojo económico, cultural y político en perjuicio de nuestra ciudad. Sería lamentable que dicho espacio acabe destinado a fines comerciales o partidistas, como ocurre con el Teatro Nazas, convertido en escenario de espectáculos vulgares como Los Monólogos de la Vagina y Las Lavanderas o la Plaza Mayor, hecha ex profeso como lugar de verbenas y bailongos para el solaz de la carne de cañón electoral del Moreirato.
El esclarecimiento de la deuda de Coahuila, la recuperación de los recursos sustraídos y el castigo a los responsables es un tema y el despojo del Teatro Martínez es otro tema; ambos merecen nuestra atención de acuerdo a su naturaleza y a su propio nivel de importancia. Los torreonenses estamos obligados a luchar en los dos casos, frente a la amenaza cumplida según la cual: Más Moreira, más despojo.