El 20 de mayo, en el Diario Oficial de la Federación, se publicó el Plan Nacional de Desarrollo, propuesta del presidente Enrique Peña Nieto.
Enuncia cinco metas a lograr en el sexenio y son: México en paz, México incluyente, México con educación de calidad, México próspero y México con responsabilidad global; también propone tres estrategias transversales: democratizar la productividad, hacer un gobierno cercano y moderno, así como tener perspectiva de género en todas las acciones que se lleven a cabo.
Por ahora son buenos propósitos, aunque Enrique Peña Nieto, ha evidenciado su disposición para intentar mejorar las condiciones nacionales; habrá que ver si puede vencer todas las contracorrientes y los lastres que se le oponen, incluyendo los de su partido político y de los grupos cercanos de poder, que se niegan a perder privilegios. Al tiempo.
Quiero pensar que todas las metas son importantes por igual, aunque no podemos dejar de lado la experiencia mundial sobre la educación, como base para romper con la ignorancia y la pobreza.
Para lograr la calidad educativa, esa que nos permita competir ventajosamente en el plano internacional, es necesario romper con viejas ataduras creadas a lo largo de las décadas por el propio sistema; también atender las dos puntas de la educación -el profesor y el alumno- y aportarles los elementos necesarios para su buen desempeño - desde instalaciones hasta equipamiento-, debiendo ser el principio del esfuerzo, empezando ordenadamente por la enseñanza básica, hasta llegar a la licenciatura y el posgrado. Usted ya conoce las resistencias que se están presentando.
Alcanzar la paz social es otro gran reto: romper el círculo vicioso que se ha construido con los muchos años de abuso, descuido y desatención, y acabar con los intereses particulares que soportan a la violencia y la inequidad que padecemos; la estrategia, requiere de la participación de todos los ciudadanos y el control de la corrupción que asfixia a México.
El México con responsabilidad global, incluye acciones internas y externas; modificación de la actitud de algunos sectores productivos y trabajo eficiente de las dependencias de gobierno, para que favorezcan el cambio a partir del trabajo efectivo y el compromiso con objetivos. Para ello, será necesario resolver el tema educativo, cambiando ineficiencia por eficiencia -bien hecho- y efectividad -a tiempo-, rompiendo los círculos viciosos orquestados por los interesados solamente en lo suyo.
Incluya el desarrollo de una verdadera conciencia ecológica, los conceptos de conservación de nuestra energía no renovable y el cuidado de nuestros recursos en flora y fauna.
El México incluyente, brotará cuando seamos un pueblo preparado para las competencias laborales, profesionales, sociales y humanas. De nuevo aparece la importancia del esfuerzo en educación familiar y formal, trabajando el cambio de actitud de personas, familias y comunidades.
Con lo anterior, se empezará a formar un círculo virtuoso, donde la educación y la actitud personal y social positiva combatan la corrupción y destruyan la impunidad, haciendo florecer el marco de respeto a las leyes; favoreciendo el trabajo productivo, honesto y compartido, limpio de malos propósitos o acciones, que se alcanzará a través de la preparación para la buena vida comunitaria y el desarrollo del sentido de solidaridad y subsidiariedad. Permitirá la aparición de un México incluyente, con oportunidades para todos los mexicanos, traducidas en calidad de vida.
Será cuestión de trabajo solidario y tiempo, para que aparezca el México próspero. ¿Le parece una utopía?
Las estrategias transversales son un buen complemento al Plan Nacional.
"Democratizar la productividad", deberá transformarse en repartición equitativa de los beneficios de un país trabajador y productor en todos los sentidos; hacer un "gobierno cercano y moderno", requiere de la revisión de nuestras leyes, algunas fuera del contexto de la posmodernidad, que a su vez necesita la buena disposición de los partidos políticos y sus partidarios, incluyendo a los promotores y financiadores, algo difícil, pero alcanzable. ¿Cederán al bien común?
Por último, tener "perspectiva de género" en todas las acciones que se lleven a cabo habla del rompimiento con el machismo que tanto nos ha afectado, aunque habrá que considerar que tal propósito no desvirtúe a la buena selección de los capaces, sean varones o hembras.
Sin duda que los mexicanos somos gentes pensantes y aunque en número limitado, existen intelectuales que se han desarrollado a partir de la adecuada formación profesional y humana. La prueba es el ideario que representa el Plan Nacional.
Ya no queda mucho tiempo que perder, ni existen condiciones sociales que permitan el atraso en el cumplimiento de todos los hasta ahora definidos como propósitos.
Quiero pensar que esos asesores que ayudaron a idear el Plan Nacional, también desarrollaron la plena conciencia de que fallar representa una nueva decepción que puede desembocar en el desorden de los mexicanos que ya no pueden aguantar más. Esperemos resultados.
ydarwich@ual.mx