En días pasados el presidente Enrique Peña Nieto (EPN) viajó a Sudamérica, a la república de Venezuela a las exequias del ex mandatario venezolano Hugo Chávez.
Saludamos este acto del presidente EPN en virtud de que a México se le reconoce en varios países de América Latina (naciones de América con lenguas de origen latín) como el "hermano mayor" junto con Brasil y Argentina. Simón Bolívar en su tiempo la llamó "la opulenta México" (21/09/1813; carta al gobernador de Curazao).
Creemos que por la solidez institucional (política y macroeconómica) de México está un paso adelante en algunos temas (en otros no) y eso le da autoridad para participar en asuntos latinoamericanos donde se reclame su opinión y colaboración.
Hay toda una serie de temas difíciles pendientes en Latinoamérica en los que México puede ayudar a resolverlos; por ejemplo consolidar la propia transición política y la economía venezolana que se ven muy endebles; el reclamo de la salida al mar de Bolivia; la pacificación de Colombia; el tema Argentino sobre las islas Malvinas; el fin al bloqueo económico a Cuba y la transición política; una política continental en materia de regulación de producción y consumo de drogas, entre otros.
Los mexicanos somos también latinoamericanos, pero más apropiadamente, latinoamericanos del norte. Para bien y para mal, los últimos gobiernos (desde Miguel de la Madrid en adelante) le apostaran casi todo a la relación con los Estados Unidos y a la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico).
Desde 1982, los gobiernos mexicanos se olvidaron de la CEPAL (Comisión Económica para la América Latina), del Tercer Mundo y se guardaron en el baúl de las cosas antiguas las ideas de Simón Bolívar y México de una confederación latinoamericana (Congreso de Panamá de 1826).
Sudamérica (latinoamericanos del sur) es otra área geográfica al sur del continente (casi 18 millones de km. y principal granero del mundo) y aunque se siente (como en México) el peso de la ideología "american way of life" también hay un fuerte sentimiento antinorteamericano motivado por la influencia Nazi en Argentina durante la II Guerra Mundial, la guerra de las Malvinas (1986), las dictaduras militares de la pasada centuria y el discurso beligerante de Hugo Chávez.
Culturalmente los suramericanos están más cerca de Europa; mientras que nosotros, los mexicanos (latinoamericanos del norte) miramos hacia arriba del continente; Estados Unidos y Canadá.
En el terreno político México ha sido en los últimos años en lo general más pro norteamericano (casi como Colombia). Resulta difícil ver en nuestro país que alguien se pronuncie en contra de un estadounidense.
Suramérica (incluyendo Venezuela) es una historia parcialmente diferente a México. En la mayoría de los países del sur del continente se han observado después de las dictaduras militares del siglo pasado (que no tuvimos en México) procesos de democratización que han llevado al poder a gobiernos de izquierda en Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Perú, Venezuela, Chile, Ecuador, Paraguay; la excepción es Colombia.
México hoy está muy cerca de Colombia (aliado más próximo a Estados Unidos) por el combate a las drogas, pero varios países del sur reconocen a México como líder (protector) latinoamericano durante los años difíciles de los gobiernos militares.
En el plano cultural y deportivo es por demás obvio que hay mucho acercamiento a través de nuestra música y futbol entre latinoamericanos del norte y del sur.
México debe estrechar su relación con países latinoamericanos para intercambiar experiencias positivas en el petróleo, educación, agricultura, deporte, instituciones políticas y electorales y desarrollo de la población indígena.
México también puede ser muy "buen puente" para tratar los asuntos complicados y difíciles entre Estados Unidos y el sector más duro de los países latinoamericanos como Cuba, Nicaragua, Venezuela, Ecuador y Bolivia.
Ante el vacío que dejará la ausencia del ex presidente venezolano Hugo Chávez se abre un espacio y una ventana a México recuperar el liderazgo responsable (no populista) en América Latina.
Se percibe que el presidente EPN trae "mucha pila" y simpatía natural para relacionarse con los paisanos del sur. Además, ayuda mucho el buen recuerdo que tienen los ciudadanos de aquel subcontinente de la política exterior de los gobiernos priistas en el pasado.
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