Aunque hay razones que pudieran explicar el rechazo al alimento, las dificultades de la alimentación infantil pudieran tener su origen en las malas costumbres de los padres al momento de ir a la mesa.
Cerca de 80% de los pediatras manifiesta que una de las principales quejas de las madres en los consultorios es que sus hijos no quieren comer. Muchas madres alrededor del mundo viven angustiadas debido a la inapetencia de sus pequeños. Y cuidado con pensar que el problema sólo ataca a familias de alguna determinada clase económica; es un mal que está presente en todos los estratos sociales, pues sus causas son comunes a todos.
Ya en la etapa intrauterina, hay movimientos primitivos de deglución y succión. Entonces, ¿qué complica las cosas después? Algunos de estos "niños de mal comer" son conocidos bajo el término anglosajón de "picky eater", aquéllos que comen como los pollitos y son muy quisquillosos, siendo los más problemáticos quienes están en la etapa preescolar con edades entre los dos y cinco años. Es preciso atajar estas conductas a tiempo, pues pueden hacerse persistentes y acompañar al niño hasta su adolescencia consolidándolo como un comedor limitado y mal alimentado.
El doctor Reinaldo Pierre, gastroenterólogo pediatra, reconoce que en su consultorio el tema del niño que no come es recurrente. "El que los niños no coman genera en los padres mucha ansiedad, lo que además refuerza temores ancestrales como el de que si no come no crecerá con normalidad y eso no está muy lejos de la realidad. El problema es muy frecuente y el reto es descubrir sus causas, detallando con calma cada una de las razones que puedan ocasionarlo", alerta Pierre. Durante muchos años se le dio a esta situación un carácter de transitoriedad, algo que tarde o temprano mejoraba. No obstante, las estadísticas que se recogen a diario en las consultas demuestran que las dificultades para comer persisten hasta después de los cinco años.
Malas costumbres
"Que coman mal los otros niños, pero no el nuestro". Esa parece ser la consigna común entre padres que convierten el acto de alimentar en una batalla de honor en la que se vale todo con tal de darle hasta la última gota de sopa. Seguramente los padres se ven retratados en algunas de estas modalidades, o un poco en todas:
Alimentación nocturna: No es recomendable que el niño reciba alimentos muy entrada la noche.
Alimentación por persecución: Aquellos padres que persiguen por toda la casa al hijo para poder darle la comida.
Alimentación forzada: Comer se convierte en una obligación acompañada de amenazas.
Alimentación con distracción: Se usa el recurso de algún programa o de dibujos animados para que el niño "quiera" comer.
Alimentación prolongada: Hay padres que afirman: "Estaré tres horas dándole la comida a mi hijo, pero hasta que no termine no me quedo tranquilo". Una comida normal debe durar hasta unos 30 minutos.
Alimentación como premio: No es recomendable castigar ni premiar al niño con determinada comida. Mucho menos amenazarlo con algún alimento. No debe usarse la comida como un chantaje o consuelo.
El doctor Pierre recuerda que "los padres deben vigilar que durante los tres primeros años sus hijos regulen bien el sueño, sus emociones y su conducta alimentaria. Hay niños que tienen una fijación con algún alimento y si no es ese no comen nada" Por ello el especialista recomienda a los pediatras descartar algún trastorno en la deglución que puede complicar las cosas aun más. "Hay señales de alarma que deben detectarse a tiempo como el dolor que interrumpe la alimentación o los vómitos recurrentes. Si hay acumulación del alimento en la boca, molestias o dolor al tragar, ahogo con algunas consistencias, labios mal cerrados o una formación inadecuada del bolo alimenticio pudiera tratarse de una disfagia, que es la dificultad para tragar los alimentos", explica el gastroenterólogo pediatra.
Dime cómo comes y te diré quién eres
Existen varios tipos de niños según su dificultad para comer y su falta de apetito. Todos pueden mejorar su condición con atención médica y la dedicación amorosa pero firme de sus padres.
El niño vigoroso: Aquel que no puede estar tranquilo, hiperactivo, muy alerta, está más interesado en el juego que en la comida. Tolera un par de bocados, pero luego prefiere seguir con otra actividad.
El niño deprimido: Es triste, apático y tiene poca comunicación verbal. Los pediatras deben estar muy atentos ante señales de abandono, negligencia y maltrato.
El picky eater: Es selectivo, come y rechaza alimentos específicos, bien sea por su textura, color u olor. Tienden a rechazar lo novedoso.
El niño con miedo a comer: Son casos más complicados, pues hay un recuerdo traumático al momento de comer. Cuando un niño se ahogó comiendo o mordió algo muy duro y sintió dolor mientras se alimentaba, seguramente desarrollará este temor.
En estas clasificaciones entran también los padres con sus costumbres.
Padres controladores: Aquellos que presionan a sus hijos para comer, los amenazan y hasta los sobornan para que coman determinados alimentos.
Padres negligentes: Son los que "malcrían" al niño dándole la comida que él quiere, donde quiere y cuando quiere. Son permisivos con la dieta y no establecen reglas.
Padres responsables: Aquéllos que se convierten en modelos para sus hijos. Los que ofrecen leche, vegetales, yogur, frutas y cereales. Hablan y describen positivamente cada alimento, los que guían las prácticas de alimentación en lugar de controlarlas, limitando con la comida chatarra.
Los Superhéroes también comen
Nuevos estudios confirman que los niños pueden ser adiestrados para ordenar los alimentos más saludables con sólo pensar en lo que su superhéroe favorito comería. Cuando se pregunta a los chicos "¿Crees que Batman comería manzanas o papas fritas?", muchos de ellos responden que manzanas y eso los hace más propensos a pedir manzana como merienda. También funciona el inventar nombres divertidos para hacer más atractiva la comida sana.
Un reciente experimento logró que estudiantes de primaria duplicaran el porcentaje de zanahorias consumidas luego de llamarlas "zanahorias para visión de rayos x".
La presentación de la comida es crucial para fomentar una dieta variada en los niños. Será muy beneficioso presentarles un plato con pequeñas porciones de varios alimentos, de distintos colores y con un poco de espacio entre cada uno de ellos.