Michoacán es un estado con grandes atractivos turísticos, sus pueblos mágicos como Pátzcuaro o el centro histórico de Morelia llevan al visitante a sentirse en otra época, también cuenta con grandes bellezas y recursos naturales, lo que hace que esta entidad sea digna de visitar. Desgraciadamente el Estado se ha convertido en un Estado que pareciese que quien gobierna no son las autoridades sino otros grupos que son bien conocidos.
En días pasados el obispo de Apatzingán Miguel Patiño Velázquez denunció que en algunos municipios está prohibido, por el crimen organizado, vender gasolina y hasta las tortillas. El alcalde de Tepalcatepec, municipio dentro de la conocida zona de Tierra Caliente, afirmó que con motivo de la contingencia causada por "Manuel" no hubo ningún transportista en todo el Estado que quisiera llevar las despensas y los víveres a su municipio por miedo.
El 27 de octubre por la madrugada se realizaron ataques a 18 subestaciones de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y a 6 gasolineras, lo que dejó sin energía eléctrica a casi 500 mil usuarios.
Lo anterior se ha agudizado por las declaraciones de Luisa María Calderón Hinojosa, hermana del expresidente de la república y excandidata a la gubernatura de Michoacán, al mencionar que uno de los hijos del gobernador Fausto Vallejo, está vinculado con el crimen organizado y que hubo acuerdos entre ellos, para que él ganara las elecciones en 2011, además que el regreso de Vallejo al mando del Estado, tras algunos meses de licencia por motivos de salud, responde al cumplimiento de pactos con el crimen organizado.
Ante lo anterior algunos senadores y diputados del PAN y PRD analizan la propuesta de la declaración de desaparición de poderes en Michoacán, en la que el Senado es el que desarrolla dicho proceso y designa un gobierno provisional que convoque a nuevas elecciones, de una terna presentada por el presidente de la república.
Esperemos que estos partidos no vean en la problemática por la que atraviesa Michoacán una oportunidad política para sus beneficios partidistas y que las acciones que se promuevan sean por buscar realmente una mejora en dicho estado.
Michoacán sufre, desde algunos años, las consecuencias del crimen organizado y no se alcanza a ver una mejoría ni con la estrategia de seguridad de la administración federal pasada ni con la actual, que en opinión de muchos, sólo minimiza el problema y dice "aquí no pasa nada". Mientras tanto el pueblo de este gran estado sigue sufriendo las consecuencias de la inseguridad y parece que a nadie le importa.