El padre Soárez fue a platicar con el Cristo de su capilla. Le dijo:
-Feliz Año Nuevo, Señor.
-Feliz Año Nuevo para ti también --le respondió Él-. Y aprovecho la ocasión para decirte que los años los hago yo, pero son ustedes quienes deben hacerlos nuevos.
-¿Cómo se logra eso? -preguntó el padre Soárez.
-Recuerdo -evocó Jesús- que en algunas ciudades la gente acostumbraba arrojar por la ventana de su casa, la noche última del año, todos los cacharros viejos. En la misma forma deberían ustedes arrojar de sí los cacharros viejos de su envidia, sus mezquindades, su falta de generosidad. Sólo así el año será realmente un Año Nuevo. Y solamente así será un año feliz.
El padre Soárez se quedó pensando. Y vio que, efectivamente, llevaba muchos viejos cacharros sobre sí.
¡Hasta mañana!...