Don Juan era un seductor, sí, pero jamás fue un burlador.
El burlador engaña; el seductor encanta.
Nunca le hizo don Juan a una mujer una falsa promesa. Todas sus promesas, aunque jamás se cumplían, eran
verdaderas.
El amor de don Juan por una mujer duraba toda la
eternidad. La eternidad era lo que había durado aquel
amor. Podía ser un día, una semana o un mes: la pasión
convertía ese tiempo en una eternidad.
Mentirá entonces quien diga que don Juan fue un
burlador. Mintió, eso es cierto. Pero las mentiras que en
el amor se dicen son verdades. Y un solo instante de cumplido amor vale una eternidad.
¡Hasta mañana!...