Doña Rosa se queja de que ya la Cuaresma no es como antes.
En sus tiempos, me cuenta, la gente respetaba los días que precedían a la muerte del Señor. En las iglesias se cubrían las imágenes con lienzos de color morado; en las casas se tapaban los espejos, símbolo de la humana vanidad. Hombres, mujeres y niños se imponían algún sacrificio, y todos se abstenían de diversiones mundanales.
Ahora ya no hay religión, opina doña Rosa. Y dice que en nuestra época la Semana Santa es la menos santa de todas.
Yo la oigo, y sus palabras me hablan de un tiempo ido. Es cierto: ya nada es como era antes. Ni nosotros.
¡Hasta mañana!...