Es a mi juicio el más humano entre todos los apóstoles. Tan humano que hasta suegra tuvo.
San Pedro... En los evangelios su figura se nos presenta con matices claros. Lo vemos en su plena humanidad, con todos los defectos a que somos proclives los hombres. Es egoísta; mezquino a veces; envidioso; dado a la vanidad; pugnaz y débil en la fe.
Él también, como Judas, traicionó a su Señor. Negó conocerlo, y luego lloró desconsoladamente cuando el triple canto del gallo le recordó su deslealtad.
Medroso, pusilánime, mendaz; ahora bravo y luego cobardón...
Y sin embargo, sobre ese Pedro --sobre esa piedra-- Cristo fundó su iglesia, y dijo que prevalecería hasta el final de las edades.
Humanos somos, débiles igual que Simón Pedro. Dejemos que Aquél que sobre la fragilidad de los humanos construye eternidades finque sobre nosotros la eternidad de su amor.
¡Hasta mañana!...