Por luengos, luengos años, el Señor estuvo tranquilo en el Paraíso.
Nada lo inquietaba, ninguna preocupación tenía.
Cierto amanecer, sin embargo, aparecieron unos hombres.
Eran Copérnico, Galileo, Newton, Darwin, Einstein y otros.
Entonces el señor se inquietó.
-Voy a esconderme -dijo-. Éstos me van a descubrir.
Otros como ellos, sin embargo, siguen buscando.
Lo van a descubrir.
¡Hasta mañana!...