Hermoso nombre tienen estos pinos: se llaman pinos donceles. Son los que en la sierra se conocen como piñoneros. Ellos nos dan de vez en cuando abundante cosecha de dulcísimos piñones, pequeños frutos en los que caben todas las delicias de este mundo y los otros.
Cinco centenares de pinos donceles teníamos preparados ya para plantarlos en la falda de la lomita de Las Melgas. No los habíamos puesto en su lugar porque las lluvias no llegaban. Pero empezó a llover, y ahora esos pinos parecen en verdad donceles que con su gallardía juvenil adornan el paisaje.
Yo no veré su fruto. Los pinos piñoneros son lentos en crecer. Pero el mejor sembrador -dicen- es el que no siembra para sí. Hubo otros que para mí sembraron. Lo único que hago es corresponder.
¡Hasta mañana!...