La superstición y el fanatismo asumen las más variadas formas.
Un tal Rodrigo de Jerez llevó tabaco de Cuba a España. Alguien lo vio echar humo por la boca, y lo denunció. El infeliz pasó siete años en las cárceles de la Inquisición.
El fanatismo y la superstición son fruto de un mal árbol: la ignorancia. La educación, los libros, son el mejor antídoto contra ese mal.
No hay hombre más peligroso que un fanático, sea cual fuere el signo de su fanatismo.
La ignorancia es una forma de pobreza, pero puede llegar a ser también una forma de maldad.
¡Hasta mañana!...