Hemos sembrado maíz en la huerta nombrada La Carrera. Se llama así porque en ella se celebraban en los pasados tiempos las carreras de caballos.
El maíz que sembramos es el famoso potrereño, que da mazorcas de buen tamaño y granos apretados. De todos los maíces de la sierra, lo digo sin jactancia, el del Potrero es el mejor. Cuando alguien elogia por aquí las tortillas de una casa, la señora que las hizo no se arroga el mérito. Explica con naturalidad: "Es que son de maíz potrereño".
La tierra negra y suave recibió ya la semilla. Pronto veremos brotar las plantas niñas, que al paso de las semanas crecerán robustas y altas como garridas mozas. El viento las acariciará, y sus lucientes hojas serán espejo para el Sol.
Cuando en el rancho hay maíz hay todo. Es el pan de cada día y la moneda con que se compran otras mercancías. Cuando hay maíz no hay hambre. Cuando hay maíz hay Dios.
¡Hasta mañana!...