Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que falló el motor de la avioneta en que volaba, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre-, y dijo:
-Oí un cuentecillo según el cual los billetes de mil pesos, de 500, de 200, de 100, de 50 y 20 pesos llegaron al Cielo y pidieron ser recibidos en la mansión de la eterna bienaventuranza. Dios les negó la entrada. En eso llegaron también las moneditas de 5 pesos, de 2 y un peso, y de inmediato el Señor las admitió en su casa. Los billetes, molestos, le preguntaron por qué. Contestó Dios: "Porque a ustedes nunca los vi en la iglesia, y a ellas sí".
-Ciertamente -concluyó con tristeza el narrador- hay muchos ricos que siendo muy miseros son muy míseros.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini. Con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...