-Soy el gato -me dijo sin más. Le pregunté:
-¿En qué puedo servirle? (Y es que el perro se pasa la vida sirviendo al hombre, y el hombre se pasa la vida sirviendo al gato).
-Diga a sus lectores que hay que buscarle tres pies al gato -me contestó-. Siempre se dice lo contrario: no hay que buscarle tres pies al gato. Claro: tenemos cuatro. Pero ¿cuáles son los tres pies que no se le deben buscar? ¿Uno de adelante y los dos de atrás? ¿O uno de atrás y los dos de adelante? Y ese pie, el de atrás o el de adelante, ¿cuál debe ser? ¿El izquierdo o el derecho?
Desde que el gato me buscó me la he pasado buscándole tres pies al gato. Y no sé todavía cuáles son los tres pies que no debo buscar.
¡Hasta mañana!...