Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que hizo un curso de astronomía, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-El primer día de cada mes los católicos celebramos a la Divina Providencia, y le pedimos casa, vestido y sustento. La verdad es que eso no lo deberíamos pedir, aunque pedir sea un acto de humildad. Si el Señor cuida de un gorrión, igual cuidará de nosotros para que no nos falte el pan de cada día. Y en lo que hace al vestido, "Mirad a los lirios del campo...".
-Más que pedir- siguió diciendo Jean Cusset- deberíamos agradecer. Voy a proponerle al Santo Padre que la recordación de la Divina Providencia la hagamos el último día de cada mes, no el primero. Así agradeceríamos lo ya recibido, en vez de pedir lo que sabemos que no nos faltará.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini. Con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...
