Aquel día el Señor creó a la mujer.
Adán la recibió en silencio y se marchó con ella.
Al día siguiente el Señor hizo el oro.
Adán contempló largamente el precioso metal, pero no dijo nada.
Se retiró en silencio.
Cuando estuvo lejos de su Creador el hombre masculló entre dientes para sí:
-¡Caramba! ¡Qué otro problema se le irá a ocurrir inventarme mañana!
¡Hasta mañana!...