Jean Cusset, ateo con excepción de las veces que va a recoger el resultado de sus análisis de laboratorio, dio otro sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-Ya casi no se oye hablar del Juicio Final. Yo creo saber cómo será. Sonarán las trompetas, y tal, pero cuando el Señor nos tenga a todos reunidos, temblando porque se van a conocer nuestros pecados, nos dirá con voz de padre que perdona: "Siempre no va a haber Juicio Final, hijitos. Todo comenzará de nuevo. Vamos a darnos una segunda oportunidad. Todos seremos más buenos. Yo ya no les hablaré del infierno, y ustedes se portarán mejor. Vamos; empecemos juntos otra vez".
Así dijo Jean Cusset. Dio el último sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre-, y luego pidió otro.
¡Hasta mañana!...