Yo no oigo llover como quien oye llover.
Yo oigo llover como quien oye música del Cielo.
La lluvia en el Potrero es una sinfonía. Comparada con ella la Pastoral de Beethoven es una tonadilla elemental. (Ojalá el Maestro no me oiga). Las gotas pespuntean su percusión en la techumbre; suena el xilófono en las gárgolas; se escucha la trompeta del chorro que cae en el barril; murmuran por lo bajo los violines en el agua que corre por la acequia...
La música es un adorno de la vida. Pero la música de lluvia es vida. Sus notas son el pan. Cuando la tierra bebe el hombre come.
La lluvia mansa es Dios que canta.
¡Hasta mañana!...