Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que escuchó a Mahalia Jackson cantar "Nobody knows the trouble I've seen", dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-El azar nos rodea por todas partes. Cada uno de nosotros es una barca que navega sin brújula por el océano de la casualidad. Una ola nos lleva, otra nos trae. Somos marineros del acaso, y no sabemos nunca a qué puerto final nos llevarán las olas.
En eso una linda chica pasó junto a la mesa donde estaba Jean Cusset. Dio él un último sorbo a su martini y se levantó al tiempo que decía:
-Perdonen ustedes que me despida. Voy tras mi azar.
¡Hasta mañana!...