Hace unos meses viajé a Holanda. Fue ése un viaje interesante. Holanda está llena de holandeses, pero más llena aún está de vacas: la población vacuna es mayor ahí que la población humana.
En la India las vacas son sagradas. En Holanda son amadas, lo cual es bastante mejor. Yo, al menos, prefiero ser amado a ser sagrado, y supongo que Diosito también prefiere eso. Las vacas holandesas tienen cada una nombre propio. Las ve usted en los hermosos prados, orondas y serenas como damas de alcurnia en cuyo torno gira el mundo. Son blancas con café, blancas con negro, y todas muestran henchidas ubres que dan un promedio de 30 litros de leche cada día. De esas ubres, en buena parte, vive Holanda.
Yo me alegro mirándolas, y luego me entristezco. Pienso que es mejor ser vaca en Holanda que ser humano en otras partes. Pero de eso no tiene la culpa Holanda. Y menos sus vacas.
¡Hasta mañana!...