Don Juan, anciano ya -también los donjuanes envejecen-, iba por la calle del Sol, en Sevilla. Una mujer que salía de misa lo detuvo y le preguntó:
-¿Me recuerdas?
Le contestó el hidalgo:
-Los caballeros, señora, nunca recordamos.
Otro día iba Don Juan por el paseo de La Vega y vio a una mujer. Le preguntó:
-¿Me recuerdas?
Dijo ella:
-Las mujeres, señor, nunca olvidamos.
¡Hasta mañana!...