Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que enfermó su hijo, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-Acerca de muchas cosas sabemos más de lo que en su tiempo supieron Aristóteles y Arquímedes, o en el suyo Einstein o Edison. Ningún sabio de la antigüedad supo lo que sabe hoy un muchachillo de escuela.
Siguió diciendo:
-Pero acerca de los cosas que verdaderamente importan: quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, sabemos lo mismo que supo el hombre de la Edad de Piedra: nada. Acerca del hombre no sabe nada el hombre.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...