Llegó el número uno y me dijo:
-Soy el número uno.
-Lo felicito - le dije yo-. Ser el número uno en cualquier cosa es importante, y más en algo tan importante como son los números.
-Veo que es usted un hombre inteligente -me dijo el número uno.
-No lo soy tanto -respondí-. La prueba es que me veo en la necesidad de preguntarle cuántos números puede usted hacer.
-Aparte del mío -respondió- puedo hacer el 11, el 111, el 1111, el 11111, el 111111...
Lo interrumpí:
-¿No puede hacer el 2, el 3, el 4, el 5, etcétera?
Mohíno me contestó:
-No.
-Ya veo -le dije entonces-. En ese caso, con el mayor respeto para usted, creo que todos los números son el número uno.
¡Hasta mañana!...