Esta vez sí se logró el maíz en el Potrero. La gente tiene asegurada ya la tortillita para todo el año.
Llovió, llovió muy bien y a tiempo. Germinó la semilla en la besana, y se cubrieron las labores con el verde tierno de las plantas niñas. Creció luego el maizal, que se movía como bailando un vals con música de cielo. Después fueron los jilotes, y los elotes finalmente, de granos apretados y macizos.
Todo eso fue obra de hombres. De mujeres es el milagro eucarístico de la tortilla. Yo miro este pan nuestro de cada día y me parece ver el prodigio de la vida. En la tortilla que ahora sale del comal están la tierra, el aire, el Sol, el agua... Quiero decir que en su redonde está todo el universo. Por ella doy las gracias al hombre que estuvo en la labor y a la mujer que está ahora en el comal. Y a través de ellos doy gracias a Dios, que es tan bueno como el maíz y la tortilla.
¡Hasta mañana!...