Iba la lechera con su cántaro al mercado. En el camino pensaba que con el dinero de la leche se compraría unos pollos que se volverían gallinas que le darían huevos con cuya venta adquiriría una vaca que le pariría terneras que al venderlas le proporcionarían lo suficiente para hacerse de una casa con la cual no le sería difícil encontrar marido.
Todo eso iba pensando la lechera. En eso vio venir a un fabulista. Alzó la lechera su cántaro y lo estrelló en la cabeza del escribidor. Dijo luego con una gran sonrisa:
-Quebrarle a un fabulista un cántaro en la cabeza es mejor que los pollos, las gallinas, los huevos, la vaca, las terneras la casa y el marido.
¡Hasta mañana!...