El padre Soárez charlaba con el Cristo de su iglesia
-Dime -le preguntó-. ¿Cómo se llega a ti?
Respondió el Señor:
-Para llegar a Dios es preciso olvidarse un poco de él.
-¿Cómo? -se sorprendió el padre Soárez-. No entiendo.
Le explicó el Cristo:
-Si piensas únicamente en Dios caerás en el peligro de pretender tratar directamente con él en vez de hacerlo a través de sus criaturas. Cuando quieres ver a un rey de la tierra no esperas que él mismo te abra la puerta del palacio, sino un criado. Pues bien: mi portero es el más pobre de tus prójimos, el más necesitado. A él lo puse para que te abra la puerta que conduce a mi reino. Aprende, padre Soárez, que los pobres son mis porteros: sólo a través de ellos puedes llegar a mí.
El padre Soárez entendió la lección. Supo que al ver a un pobre -pobre en pan, pobre en salud, pobre en amor- estaba viendo a un portero de Dios.
¡Hasta mañana!...