En lo alto del picacho de Las Ánimas está brillando el Sol.
El mismo Sol brillaba antes de que estuviera yo.
El mismo Sol brillará cuando yo ya no esté.
La oronda Luna y las estrellas niñas pasean por la noche para que los hombres las miremos.
También paseaban antes de que estuviera yo.
Y seguirán paseando cuando yo ya no esté.
Creo en la vida eterna.
El Sol, la Luna y las estrellas, las cosas todas de la naturaleza, son el mejor sermón para inspirar la fe. No hay teología más convincente que la tierra, el mar, el cielo y sus criaturas. Junto a esa prédica todas las demás salen sobrando. Si sabes ver no necesitas oír.
¡Hasta mañana!...