El arcángel San Miguel y el ángel soberbio, Luzbel, combatieron durante días.
El golpe de sus espadas atronó el universo, y al fragor de su lucha se agitó el mar y los cielos se agitaron.
Al final de la terrible batalla el arcángel resultó vencedor. La soberbia de Luzbel quedó abatida.
Y sentenció el Señor:
-En adelante, Miguel, vivirás en las alturas con los serafines y los querubines. Luzbel será habitante de la Tierra, al lado de las mujeres y los hombres.
Preguntó el arcángel, consternado:
-¿Por qué, Señor? Yo gané la pelea.
¡Hasta mañana!...