En el circo un acróbata llamado Soid se paró de manos en la pista. Sucedió que se quedó pegado al suelo, y cuando se puso en pie el mundo quedó sobre él, de modo que tuvo que sostenerlo para que no cayera.
Esto que digo pasó hace mucho tiempo, tanto que ya nadie recuerda el acontecimiento. Desde entonces el pobre acróbata ha estado sosteniendo el mundo sobre su cabeza.
No lo sabemos -o lo hemos olvidado-, pero nosotros también estamos de cabeza. Y eso no es lo malo. Lo malo es que últimamente Soid ha estado dando señas de cansancio. Y, peor aún, de aburrimiento. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que lo venza la fatiga y el mundo caiga de sus manos y se vaya rodando no sé a dónde? O ¿qué tal si se aburre finalmente y avienta el mundo igual que un niño cansado de jugar avienta su pelota?
Preguntas son ésas que nadie puede contestar. Pero hay que estar preparados: no sabemos cuándo se le va a caer el mundo a Soid, o cuándo lo arrojará, aburrido.
¡Hasta mañana!...