Diciembre llegó ya. Los días del otoño, amarillos con el recuerdo del verano, se harán grises y blancos de nieblas y de fríos.
Yo espero al invierno como a un amable visitante. Lo espero con mi cobija de lana y lana saltillera. Lo espero con mi tablero de ajedrez y mi copita de mezcal montañés. Lo espero con mis conciertos de Vivaldi y con mis villancicos de Bernal Jiménez; con el libro de Dickens y la taza de humeante ponche en el buró; con mi anual caminata por los nevados picos de la sierra; con la infinita charla de los amigos buenos; con el pavo, los tamales y el chocolate de las tardes.
Así espero el invierno.
Sé que otros lo esperan con temor, pues para ellos el invierno significa frío y hambre, soledad, y más pobreza aun en la pobreza.
Pero en fin... Nada es perfecto...
Ni siquiera los días de la Navidad.
¡Hasta mañana!...