Yo me dejo llevar.
En eso, en dejarme llevar, consiste una de las pocas sabidurías que poseo.
No es falta de voluntad, no. Es solidaridad humana. Carezco de vocación de Robinson, y así cambio mi nombre al de Vicente y voy a donde va la gente.
En estos días recibo y doy saludos, recibo y doy abrazos, recibo y doy regalos. Para ser uno hay que ser todos. Además estos días, los navideños, me gustan mucho, y más cuando llegan con un cortejo de nietas y de nietos que hacen que la Navidad sea más Navidad.
Admiro mucho a los que aún en estos días conservan su capacidad para estar enojados con el mundo. Yo me reconcilio con él en Navidad. A todos nos hace falta de vez en cuando alguna fiesta. Para mí ésta es la mayor. Déjame darte un abrazo, pues. También el abrazo es una forma de sabiduría.
¡Hasta mañana!...