La decisión del papa Francisco de permanecer en el Vaticano trabajando y no veranear como es habitual entre los pontífices en la residencia estival de Castel Gandolfo, no ha sido bien acogida por los vecinos de esa localidad acostumbrados a acoger a los sucesores de Pedro desde 400 años. La alcaldesa de la localidad, Milvia Monachesi, reconoció que para los paisanos es un problema el hecho de que Francisco haya decidido quedarse en el Vaticano todo el verano. "La ausencia del Papa Francisco ha hecho disminuir la afluencia de los turistas a Castelgandolfo, y ésta ha penalizado sobre todo a la actividad del centro histórico, en particular, bares, restaurantes ", explicó la alcaldesa. Los alrededor de 9,000 habitante de la localidad "ven al papa con admiración, solidaridad y cercanía, pero naturalmente están disgustados", añadió quien recordó que son 400 años que el pueblo recibe a los pontífices. "Es una tradición secular", sostiene.