La nueva fisonomía económica y social que puede darse en nuestro país a partir de la aprobación de un esquema modernizado para la actividad petrolera depende de varios factores que tendrán que darse. La creación de empleos para ocupar nuestra crecida población trabajadora y dotarla de ingresos que aseguren el consumo que sustente la actividad económica es, desde luego, la primera prioridad.
No es posible que la reforma energética ofrezca los frutos que se espera de ella sin a la vez reestructurar los ingresos del gobierno federal. A nadie se le escapa esta inevitable vinculación. El gasto que tiene que hacer el gobierno mexicano no puede ponerse en riesgo por falta de la aportación de Pemex que es 40% de los ingresos presupuestales. La esencia de la inaplazable reforma energética radica en liberar a la paraestatal más grande del país del insoportable fardo fiscal que viene cargando.
El aumento inmediato de los recursos fiscales es sin embargo indispensable. La búsqueda de ingresos superiores a los actuales rematará en cambios presupuestales probablemente tan drásticas como los que se a la par requerirán para sanear la operación de Pemex. Cualquiera decisión supondrá valentía en nuestra cultura política y social que no digiere virajes fuertes sino que los evita con gradualismos.
Lo previsible será una inteligente modificación de la estructura de impuestos existentes como por ejemplo una cautelosa ampliación del IVA, un aumento en el ISR para personas físicas sin hacer lo mismo para las empresas. Lo importante es relevar a Pemex de la inicua carga confiscatoria que ha sufrido desde hace muchos años para liberar sus recursos a las urgentes inversiones que su mantenimiento y más importante aún, las necesidades que le imponen ponerse al nivel de las empresas petroleras más importantes del mundo de las que es compañera en dimensión.
Pero las reformas energética y fiscal no bastan. Es necesario proceder a trazar rutas de desarrollo para la economía nacional vista en su conjunto, al lado de las correspondientes a la política educativa. La realización de un vasto programa de infraestructura física que incluya la de comunicaciones y redes de energía, sistemas de servicios urbanos y para el campo debe emprenderse financiada con base en su recuperación conforme lo señala el mandato constitucional.
Las obras de infraestructura mencionadas serán para respaldar la actividad productora de centenares de miles de empresas de toda dimensión que conforman el arsenal empresarial de México que está en manos de los verdaderos productores del campo e industria.
Así como la gran infraestructura que se requiere no puede hacerse sin un programa público que la proyecte y oriente, tampoco es de esperarse que los esfuerzos de la iniciativa privada se den de manera de contribuir ordenadamente al progreso nacional sin que correspondan a un diseño maestro consensado que asegure el máximo rendimiento de los recursos humanos y naturales del que disponemos. No se trata de una sociedad de planificación central. Es necesario que el gobierno, en íntima consulta con los dirigentes empresariales y sociales, identifique las áreas de mayor interés de desarrollo con criterios sectoriales y regionales.
La orientación general que el gobierno está llamado a impartir a las actividades agrícolas, agroindustriales y manufactureras ha sido siempre necesaria. Ha terminado la etapa en que se obviaban las políticas sectoriales de desarrollo en la creencia que los hombres de negocios contaban con la vocación y suficiente información para que sus decisiones de inversión y producción, ya sumadas, integrasen un panorama nacional socioeconómico coherente y armónico.
Las complejidades de la economía y de las exigencias sociales de más de siete mil millones de humanos que habitamos casi 200 países independientes, cada o con sus respectivas aspiraciones, hace necesario que México las afronte con una visión de mediano y largo plazos que rebasa la perspectiva diaria del productor individual.
El papel de la autoridad es facilitar el esfuerzo coordinado de todos.
Las hondas reformas que están en puerta, que en pocas semanas parece estarán maduras para su aprobación no van solas. Hay que acompañarlas con decisiones en otros campos inteligentemente articuladas. Si no es así, correremos todos el riesgos de volver a esperar pero desperdiciando experiencia.
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