El rechazo al Dragon Mart en Puerto Morelos, Quintana Roo, tiene mucho de racista. Los grupos políticos que se oponen al proyecto están reviviendo un capítulo vergonzoso de la historia mexicana: la persecución de los chinos en la década de 1930.
Políticos y grupos de presión rechazaban entonces a los chinos diciendo que eran individuos de raza inferior con aspecto "repugnante" por "sus ojos atravesados" y "piel amarilla". Los acusaban de ser portadores de "tuberculosis, tracoma, sífilis y lepra". En algunos estados se prohibió su matrimonio para proteger a las mujeres que por "hambre" o "desvergüenza" se arrojan a sus brazos y "pierden honra y salud engañadas por el sátiro de ojos atravesados". Miles de chinos fueron expulsados de México en los treinta (Flora Botton Beja, "Los que llegaron del Pacífico: La persecución de los chinos en México"; presentación fuera de imprenta).
Algunos de quienes se oponen al Dragon Mart son igualmente irracionales. Dicen que México no debe aceptar el proyecto porque el capital chino es perjudicial, porque impulsaría la distribución de productos de contrabando, porque desplazaría a bienes mexicanos, porque traería a México productos de mala calidad y porque haría que se asentaran muchos chinos en Cancún. Otros afirman que afectaría la ecología o violaría la vocación turística de la zona.
La página de Internet ecoosfera.com publicaba en noviembre un artículo titulado "Dragon Mart Cancún: La destrucción del monstruo chino llegó a México". Afirmaba que el proyecto sólo era posible gracias al tráfico de influencias de "empresarios panistas ligados al gobierno de la república" y al despojo de cientos de ejidatarios; advertía que provocaría una futura devastación del mangle y el arrecife y, "por si fuera poco", el arribo de 2,500 chinos a Cancún.
Si Dragon Mart llega a construirse será un centro de negocios y exhibición de productos similar a uno que ya existe en Dubai. El proyecto surge de un convenio firmado en 2011 entre el gobierno priista de Félix González Canto y una empresa privada con capital 90 por ciento mexicano y 10 por ciento chino. El presidente municipal de Benito Juárez, el municipio en que se encuentran Puerto Morelos y Cancún, anunció esta semana la creación de un comité especial para revisar el proyecto.
La revisión debería ser muy sencilla: o Dragon Mart cumple con los requisitos legales o no. El racismo, sin embargo, ha complicado las cosas. Los grupos que se oponen sostienen que, aun cuando cumplan con los requisitos, no se debe permitir su instalación.
Las objeciones supuestamente ecológicas son por lo menos paradójicas. En el predio, propiedad del gobierno de Quintana Roo, operaba una productora de piedra caliza mucho más contaminante que cualquier centro de negocios. El que se establezcan actividades diferentes a las tradicionales sería, si acaso, una bienvenida diversificación para una economía que depende en exceso del turismo. El que haya personal chino o se exhiban productos chinos no debería ser una objeción si se cumplen las reglas migratorias y aduanales.
Las autoridades deben considerar solamente si Dragon Mart se ajusta a las leyes y reglamentos que se aplicarían a cualquier otro proyecto. Mal mensaje se mandaría si la etnia de los inversionistas o el origen nacional de los productos fueran un factor en la decisión. Esto sería una violación de los derechos fundamentales que nuestra Constitución garantiza a nacionales y extranjeros.
CNTE EN PARO
Se reiniciaron ayer los paros y movilizaciones de la CNTE en Oaxaca, Michoacán y otras entidades en protesta por la reforma educativa y por la elección de Juan Díaz de la Torre como nuevo presidente del SNTE y en demanda de que se devuelva a los maestros el dinero desviado por la maestra Elba Esther Gordillo. Nunca falta un pretexto para parar las clases.
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