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Muchas reformas, pero...

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

Tuvieron que pasar doce años de administraciones panistas para que el PRI reaccionara y se diera cuenta que sin las llamadas reformas estructurales México no llegará muy lejos.

Usted recordará que durante los dos últimos sexenios se atoraron una y otras vez las reformas legislativas, en ocasiones por la oposición del PRI y en otras por la cerrazón de los partidos de izquierda, encabezados por el PRD.

Según el diario The New York Times, "el PRI es responsable, en parte, de que México no ha aprovechado sus ventajas económicas, como contar con reservas energéticas, tener una creciente clase media, además del acceso al mercado estadounidense a través de la frontera".

Pero ahora el regreso del PRI se ha combinado con otros factores que han hecho posible una nueva era de reformas que no se vivían en el país desde los tiempos de Carlos Salinas de Gortari.

Recordará que en aquellos años se dio luz verde a cambios legislativos sin precedentes, entre otros la reprivatización de la banca, la transformación del ejido, la llegada del Tratado de Libre Comercio, el reconocimiento jurídico de las iglesias y la reanudación de las relaciones con El Vaticano.

Ahora en cuestión de meses se aprobaron varias reformas de enorme trascendencia: la laboral, la educativa y estamos cerca de ver consumada la de telecomunicaciones, una de las más esperadas en los últimos años.

Y si el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto logra mantener vigente el Pacto por México veremos en los próximos meses dos reformas que podrían ser las grandes impulsoras de la economía nacional: la energética y la hacendaria.

Otras reformas importantes podrían ejecutarse en los siguientes años: la electoral que suele remendarse en cada sexenio y la reforma política, urgente en asuntos clave como la reducción de legisladores plurinominales y la realización de una segunda vuelta en la elección presidencial.

Esta era de reformas ha levantado una ola de optimismo a nivel nacional y en varios países del extranjero al grado que México se puso de moda en buena parte de la prensa internacional.

A ello contribuyó además la recuperación del peso frente al dólar como respuesta a la entrada de abundantes de capitales del extranjero a los mercados financieros del país.

Con todo y los defectos, excesos e insuficiencias de las reformas planteadas, vale reconocer el éxito y la audacia del gobierno de Peña Nieto al negociar estos avances con los partidos políticos a poco meses de terminar una contienda electoral complicada y llena de altibajos para el partido tricolor.

Pero como los mexicanos sabemos que no todo lo que brilla es oro como tampoco una paloma hace verano, deberemos de tomar con cautela estas reformas, analizarles, discutirlas y sobre todo ponerlas en práctica en el menor plazo posible.

Las reformas por sí mismas no significan nada si no se llevan a la práctica. Ahí está el caso de los cambios legales en el ejido que darían la vuelta al atraso, pobreza y la baja productividad del campo mexicano.

La reforma en la ley de telecomunicaciones sorprendió por su alcance y su apertura en temas vedados por décadas como la autorización de dos cadenas nacionales de televisión.

Esta nueva ley, aprobada con más de veinte modificaciones en la Cámara de Diputados, será sometida en breve al escrutinio de los senadores en donde se esperan duras discusiones y nuevos ajustes en su contenido.

Dice la académica Irene Levy que "la iniciativa tiene cosas buenas y malas", es buena porque sacude las anquilosadas instituciones del Estado y porque además "modifica la distribución del poder".

Pero tiene defectos que habrán de corregirse como la apertura extrema para la inversión extranjera en las telecomunicaciones y la creación de un instituto autónomo que regulará la operación del sector y que estará dirigido por comisionados al estilo del IFE.

Las iniciativa como tal no asegura que tendremos dos nuevas cadenas independientes y deja la puerta abierta para que se repita la historia de la banca en México que pasó a convertirse en un satélite de los consorcios financieros internacionales.

Con todo y las barbaridades que ocurren hoy en día, es preferible que la programación en la radio y la televisión se decidan en la capital del país y no en algún frío corporativo de Nueva York, Chicago o Los Ángeles.

Bienvenidos sean estos tiempos de reformas, mil veces mejor al estancamiento y el estreñimiento legislativo.

No caigamos, sin embargo, en esa euforia sin sentido que tanto gusta a los mexicanos y que conduce a la creación de falsas e imaginarias expectativas. El camino apenas se ha trazado.

Envía tus comentarios a jhealy1957@gmail.com

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