Es posible que alguna vez la recién estrenada madre haya oído "horribles relatos" sobre la lactancia, como inflamación y dolor en los pezones.
Sin duda que muchas mujeres han sufrido con estos dos problemas. Pero las buenas noticias son que ambos son en gran parte prevenibles y tratables cuando ocurren.
En cierto sentido, la inflamación es parte de un proceso muy normal, que prepara a la madre para la lactancia. Los pechos se agrandan con la leche madura y otros líquidos, típicamente en el plazo de los primeros tres a cinco días después del parto. Hasta ese momento, los pechos tienen calostro, una leche altamente concentrada, perfecta para el pequeño estómago del recién nacido y para su sistema digestivo. Cuando el bebé está listo para mamar, los pechos se llenan con más leche. A la larga éstos se programarán para producir la leche que necesite el pequeño, para lo cual el sistema se orienta por la cantidad de leche que el bebé succiona. Cuando viene la leche madura generalmente los pechos se ponen notablemente más grandes y se sienten "llenos". No hay dolor asociado a esta plenitud, y aunque se sienten diferentes - especialmente para las mamás primerizas - eso no impide que el bebé se alimente bien. Este proceso es totalmente normal, muy diferente a lo que conocemos como mastitis.
¿Qué es la mastitis?
La mastitis es la inflamación e infección de la glándula mamaria que se produce en las madres que dan el pecho.
¿Por qué se produce?
La mastitis se produce por la inflamación e infección de los conductos glandulares de la mama, por los gérmenes que se encuentran en la piel. Estos gérmenes suelen ser estafilococos o estreptococos que habitualmente viven en la piel. La puerta de entrada más usual para los gérmenes causantes es a partir de grietas o fisuras del pezón. Entre los distintos factores predisponentes que contribuyen a su desarrollo, podemos considerar:
-Vaciamiento incompleto de las mamas
-Retención de leche
-Aumento del intervalo entre las succiones.
-Agotamiento de la madre
¿Qué síntomas produce?
Durante el curso de la lactancia materna la madre puede notar una sensación de decaimiento como si fuera una gripe, con malestar general y fiebre, con enrojecimiento e inflamación en una zona localizada del pecho. Esto es debido a una obstrucción de los conductos de la glándula mamaria que, si se mantiene y persiste, puede favorecer que la leche acumulada se infecte por los gérmenes habituales de la piel (estafilococos y estreptococos). Las infecciones de la mama podemos dividirlas en:
-Mastitis Agudas: Habitualmente ocurren durante los dos primeros meses del amamantamiento y suelen ser en una mama. Se caracterizan por dolor hinchazón y enrojecimiento localizado y aumento de la temperatura en la zona inflamada, fiebre, decaimiento y escalofríos.
-Mastitis Crónica: Suele ser el resultado de una forma aguda que no se curó totalmente. Resulta común la reaparición de episodios de dolor, decaimiento y malestar general.
¿Cómo se trata?
Si hay mastitis, el tratamiento consistirá en no cesar la lactancia, más bien al contrario, conviene conseguir un mejor vaciamiento del pecho para lograr superar la obstrucción de los conductos glandulares. Por tanto, en caso de mastitis, la lactancia materna no está contraindicada sino al revés, se aconseja estimularla.
-Puede ser necesario el uso de antibióticos bajo supervisión del médico. Con su utilización y el aumento de la frecuencia de las tomas de pecho se puede solucionar el problema.
-Más raramente podemos encontrar un absceso en el pecho que pueda requerir punción y tratamiento quirúrgico. En estas situaciones, o si el estado de la madre lo demanda, podrá retirarse la lactancia materna hasta conseguir la curación del proceso, manteniendo en este caso la extracción de la leche por otros medios para disminuir la congestión mamaria, aunque esta leche no se utilice para la alimentación del bebé.
¿Qué cuidados se deben tener para prevenir?
-No deje que los pezones lleguen a agrietarse o inflamarse. Si tiene grietas, protéjalo bien al dar pecho hasta que haya curado.
-Lávese bien las manos con jabón y agua antes de dar de mamar.
-Lávese el pecho con agua tibia y séquelo con cuidado antes y después de amamantar.
-Favorezca la lactancia a menudo, desde los primeros días y de ambos pechos.