"Murió mi abuelita, mis tíos y mis primos", relató Miguel, un niño de 12 años que este miércoles amaneció envuelto en una cobija, caminado por la calle cerrada de Cuauhtémoc donde murió calcinada su familia.
El olor a piel quemada obliga a los vecinos a cubrirse la nariz con telas y tapabocas, mientras que el dolor persiste, cala y brota en llanto de quienes sobrevivieron a la tragedia.
En fila y con las fotos de algunas de las víctimas de la familia López Cedillo, formaron los ataúdes de la abuela Minerva, sus hijos, nueras, yernos y nietos.
La explosión terminó hasta hoy con la vida de 22 personas, al menos 10 de ellos niños, y 16 personas formaban parte de una familia, encabezada por Minerva, la abuela que hoy ocupa el centro del velorio, improvisado en un predio aledaño a lo que fue su morada, donde crecieron y nacieron sus hijos y sus nietos.
Junto al sepelio no cesa el ruido de tráileres y camiones que cruzan por la autopista México-Pachuca, donde la volcadura y explosión de una pipa de gas enlutó a San Pedro Xalostoc.