Nelsón Rolihlahla Mandela nación un 18 de julio de 1918, dentro del clan Madiba de la etnia xhosa, de ahí que los ancianos del clan le otorgaron el título de Madiba. En 1962 fue hecho prisionero por sabotaje y fue sentenciado a cadena perpetua. Permaneció en prisión veintisiete años donde hacía trabajos forzados y estuvo sujeto a una calidad de vida deplorable y bajo rigurosas restricciones. En este tiempo estudió la licenciatura en derecho a través de un programa externo de la Universidad de Londres.
Fue liberado en febrero de 1990 y junto a su partido buscó que se diera una igualdad racial y democrática para su país. En 1994 obtuvo el triunfo en las elecciones y se convirtió en presidente de Sudáfrica hasta 1999. En 1993 recibió el Premio Nobel de la Paz por su lucha en contra de la segregación racial o apartheid en Sudáfrica, pues la mayoría de los pobladores eran personas de color y eran gobernadas por una minoría blanca, siendo las personas de color segregadas de cualquier participación social y política.
Nelson Mandela es un símbolo de la libertad y de la lucha en contra de aquellos que quieren hacer diferencias entre los hombres por cuestión racial, pero sobre todo Madiba, como lo llama su pueblo, es un hombre que vive en congruencia con aquello que quiso para su pueblo que se encontraba discriminado y sin libertad.
Además fue comprendiendo que la violencia no era el mejor camino para alcanzar su fin en favor de los hombres y mujeres de su país, prefirió una conciliación con la minoría blanca y así logró su meta. Otro aspecto importante es que a pesar de ser una figura con peso en la sociedad sudafricana y en el mundo entero no quiso aferrarse al poder político.
Recordando a este gran hombre, que a la elaboración de esta columna, se debate entre la vida y la muerte, es importante reconocer todo aquello que le ha brindado a la sociedad sudafricana y a la humanidad entera, siendo un ejemplo para cualquier político, al poner la pauta para que vean en su carrera el buscar lo mejor para la sociedad, viviendo una congruencia de vida y sobre todo saber cuando termina su papel frente al poder político, sin buscar aferrarse por todos los medios a los cargos públicos.
El legado de Nelson Mandela es y será el ver a todos los hombres por igual, teniendo los mismos derechos y obligaciones; lo anterior puede que esté plasmado en las leyes de los países, pero en ocasiones no se lleva a la práctica y por el color de la piel, raza, religión, sexo, se discrimina y se le niega el acceso a los derechos fundamentales. Ojalá que muchos de los políticos de nuestro país aprendan ese legado de Mandela, que buscó hacer que su pueblo viviera plenamente y sin ataduras de ningún tipo. Él mismo lo mencionaba como una característica fundamental de un gobernante al decir que "Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo".