En esta ocasión París, y la mitad de Francia, están cubiertos de nieve y hielo. El toque no le quita sino le añade distinción a la capital francesa. La ciudad luz parece más iluminada que nunca por su corona blanca.
Pero el país que festeja la nieve está preocupado. El gobierno del socialista Francois Hollande ha sido vertiginoso y decepcionante. La economía se ha estancado. El desempleo rebasa el 10 por ciento. El intento por cobrar un impuesto de 75 por ciento a los mayores ingresos ha sido declarado ilegal por el Consejo Constitucional. El país se divide por el tema del matrimonio entre homosexuales que impulsa el gobierno. La popularidad del presidente se ha desplomado.
A los problemas internos se añaden dificultades externas. El 11 de enero el presidente ordenó ataques aéreos en contra de rebeldes islamistas en Malí. Una organización fundamentalista reaccionó tomando cientos de rehenes en una planta de gas de Argelia. Después de una intervención, las fuerzas armadas argelinas reportan la muerte de 21 rehenes y 32 terroristas así como la liberación de 685 empleados argelinos y 107 extranjeros. Muchos rehenes permanecen desaparecidos. Hay amenazas de nuevos ataques fundamentalistas a Francia que vuelve a ser vista por algunos como una potencia colonial en África.
En medio de las dificultades, París continúa su vida. En la calle Dauphine de la Rive Gauche se encuentra el Hotel d'Aubusson. El edificio mantiene la elegancia del siglo XVII en que fue construido originalmente, pero tiene por supuesto instalaciones modernas. En vez de un lobby bar, como los de los hoteles americanos, cuenta con el Café Laurent, un establecimiento fundado en 1690 por Francois Laurent. En aquel entonces era revolucionario porque se servía una nueva bebida estimulante que llamaban "agua de café". Rousseu, Voltaire y otros discutieron en ese local de filosofía y política. Montaigne escribió sobre el lugar: "En el Café Laurent se prepara el café de tal manera que da espíritu a aquellos que lo toman."
En 1946, con el nombre de Café Tabou, el lugar seguía atrayendo las discusiones de intelectuales, sólo que ahora se llamaban Sartre y Camus y escuchaban a Juliette Greco cantar poesía y a Boris Vian tocar jazz. Todavía hoy se puede escuchar música de jazz en el nuevamente llamado Café Laurent. Christian Brenner, pianista, es usualmente el anfitrión al que se unen otros músicos. Este sábado pasado por la noche lo acompañaban Jean-Pierre Rebillard en el contrabajo, Jean-Cristophe Noël en la batería y Marcus Menneson en la voz. Canciones como "A Prelude to a Kiss" de Duke Ellington o "Love for Sale" de Cole Porter hacen vibrar el Café Laurent aunque el público es hoy más de turistas que de filósofos existencialistas.
Las reglas del juego que han afectado tanto el desempeño económico del país están de manifiesto por doquier. Una sola atractiva chica hace esfuerzos imposibles por servir a todos los clientes que se reúnen el sábado en la noche en el Café Laurent. A veces hay que esperar media hora para que pueda servir ese coñac ordenado. A pesar del desempleo, contratar a alguien más, aunque sólo sea para las noches de sábado, es impensable. Los costos y las reglas laborales lo hacen prohibitivo en Francia.
La nieve que ha caído en los últimos días cambia no sólo la imagen sino también el sonido de París. Los ruidos se amortiguan y la gente se esconde del frío. París muestra una belleza distinta con las calles vacías. Pero la ciudad no pierde nunca su elegancia. Los problemas económicos del país son evidentes. Pero al final París sigue ejerciendo su poderosa seducción.
PRIVADO
Barack Obama rindió protesta ayer como presidente de Estados Unidos en un acto privado. Si bien habrá festejos este lunes 21, el carácter de la ceremonia del domingo parece subrayar las dificultades del momento para el presidente que hace cuatro años enamoró a la Unión Americana y al mundo.
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