Se va feliz. Tras su festejo de 15 años, Zulema se fue a vivir con la familia de su novio.
En México, uno de cada cinco partos es de menores de 19 años. De las mujeres de 12 años y más que tienen un hijo sobreviviente, el 45.9% está en situación de pobreza multidimensional, de éstas el 20.2% presenta pobreza extrema, según el Inegi.
ME EMOCIONA MI VIDA Zulema lo tenía todo con sus padres, pero la decisión ya estaba tomada. Después de su festejo de 15 años se iría a vivir con la familia de su novio, quien es un año mayor que ella y del que espera un bebé. Renunció a los lujos, a la escuela, a seguir siendo niña.
Zulema es la menor de cuatro hermanos. Estudiaba la secundaria en Tahmek, al centro de Yucatán, donde conoció a Wilberth. A los 10 meses de noviazgo supieron que esperaban un hijo.
"Mis padres no aceptaban a mi novio, sabía que no me dejarían tener al bebé, entonces dejé que los preparativos para mi fiesta siguieran. Bailé mi vals. Después les dije que esperaba un hijo. Querían que abortara, no me dejaban salir de la casa. La verdad fue algo muy difícil y triste para mí", cuenta.
"Me fui a vivir con mis suegros, los cuatro nos acomodamos en un cuarto de seis por cinco metros", relata.
Dice que la familia de Wilberth es muy pobre, pero ella está contenta. La pareja tiene planes para casarse cuando cumplan 18 años.
Él trabaja en la compra y venta de chatarra. Además, ayuda a su abuelo a cocinar tamales. "Hay que hacer de todo, ya pronto tendremos más responsabilidades y tenemos que ahorrar".
Zulema planea terminar la secundaria por la modalidad libre y en unos años, estudiar para maestra de Preescolar. "Nos irá mejor, yo lo sé, aunque todos no lo crean...".
"Quiero demostrarles a mis papás que nuestra relación va en serio, que en el amor no hay edad, que ya soy una mujer. Me emociona la vida que tengo ahora y que pronto seré mami".
'ME FUE PEOR'
La vida de María Bárbara Lara es lo que las activistas llaman un círculo de violencia. Al año y medio de edad fue abandonada. Era el comienzo de una cadena de rechazo, golpes y desamparo con que ha tejido su vida.
Al cumplir 13 años se casó y tuvo dos hijos. "Quería salirme de mi casa, porque una amiga de mi tía (quien la adoptó), me golpeaba mucho".
"A mi novio lo conocí en la secundaria, estaba jugando futbol y entonces me pegó un balonazo, un día me dijo que me fuera con él". Me llevó a la casa de su madre. Entonces, los golpes, insultos y encierros vinieron de su suegra y de su esposo.
Con un hijo de meses, decide huir y refugiarse con una amiga de la sierra Otomí-Tepehua, San Bartolo, Tutotepec.
"Estuve unos días con mi amiga. Estaba tranquila. Ya no tenía que pensar que me iban a golpear". Los días apacibles entre las montañas y el campo se acabaron pronto, al descubrir que de nuevo estaba embarazada y cuando la Policía llegó por ella.
"Mi mamá había puesto una denuncia por desaparición y como soy menor de edad me tuve que regresar", señala.
María Bárbara no regresó con su esposo, ahora, de la mano de su hijo de dos años, recolecta botellas de pet para sobrevivir.
"QUE MIS NIETAS NO REPITAN MI SUPLICIO"
Rosa se casó a los 14 años de edad. Cuando tenía 18 ya era madre de cuatro y aunque era "un pecado" decidió que la operaran para no volver a embarazarse.
Entre lágrimas y risas, Rosa Martha Ávalos relata su historia. No se arrepiente de haberse casado siendo una niña, pero desea que ninguna de sus nietas repita la experiencia.
Han pasado 38 años desde que le dio el sí a su esposo en el altar del Templo de San Marcos, en la ciudad de Aguascalientes.
Unos 15 años después se enteró que el matrimonio civil había sido un fraude. "El juez nos cobró, hizo los trámites y no la ingresó, a lo mejor porque era yo menor de edad", asevera.