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No es el hombre sino la idea

ALÁN DAVID BARRAZA

Es muy común, mejor dicho, es irremediable que se hable sobre temas que se desconocen, pero es algo asequible y hasta cierto punto, válido. El hecho de tener a un nuevo heredero de San Pedro, es por demás obvio, que provoca una marea de ideas y opiniones de cualquier sujeto capaz de externar una crítica, la cuestión surge, cuando ese tipo de sujetos es, figura de peso en cuanto a su palabra y de forma simple e indiscriminada diserta sin fundamento alguno.

Introducción en base a que han aparecido notas a lo largo de los últimos días, en las que se opina sobre el recién electo Francisco, haciendo mención como: que no usó el nombre de Ignacio dado que el nuevo pontífice es de origen jesuita o que es una mezcla casi simbiótica entre Juan XXIII y Juan Pablo II, o que hay ánimo de reforma sustancial en la estructura de la Iglesia.

Todas estas declaraciones son naturales, pero no obstante ello, considero que es una labor necesaria esclarecer el panorama para que de forma referenciada se pueda tener una opinión más certera sobre lo que le depara al pontificado y a la Iglesia Universal de Cristo, o por el latín, Iglesia Apostólica y Romana. la sacer principatus o la ordenación eclesiástica, ha venido arrastrando un lastre pesado, no sólo desde la extinción de un gran vicario como lo fue Juan Pablo II, ni siquiera con los cambios abruptos y acelerados del mundo civilizado, sino desde la orden episcopal misma y el entorno católico en general. Era crucial y necesario elegir a un nuevo pastor bajo dos primicias fundamentales: una cara nueva y esperanzadora que ofrecer a los fieles, así como un ápice de intención reformadora, por ello Angelo Sodano claramente expuso públicamente el perfil que debía revestir al próximo portador de la curia, previo al Cónclave que nos dio el primer papa latino.

Fue así como los patrones trillados de la Iglesia no podían repetirse, por lo que figuras de peso en el sacro colegio cardenalicio y en la orden episcopal en general, reputados "favoritos", representantes de facciones y portadores de disidencia como Tarsicio Bertone y Angelo Scola no podían ser la solución en este contexto; así bajo esas condiciones es que surge una promesa o al menos en apariencia, llamada Jorge Mario Bergoglio. Esta elección lo que nos quiere indicar, es que la figura que por Concilio Ecuménico y cánones sagrado, debe ser de forma libre y autónoma la potestad máxima del mensaje de Cristo en la Tierra en ayuda de sus obispos; ya no será así, pues una sola cabeza, (o una facción de la misma dentro de la organización eclesiástica), no es lo suficientemente capaz para afrontar las vicisitudes de la actualidad, por ello el decano cardenal principió el discurso que caracterizaría al papado. Esto lo confirma el propio Bergoglio en su primer homilía frente al cuerpo de cardenales, en él, habla de caminar con la cruz a cuestas o de edificar a la iglesia sobre la piedra angular, esto significa regeneración no de fondo sino de la imagen pública de toda la orden católica.

Y pareciera que esta idea de reformar la concepción de la Iglesia apostólica de Roma, entre fieles o profanos es indispensable, pues fue inmediato el accionar por reivindicar el concepto de una nueva propensión. Por ello en el aula Pablo VI frente a los medios de todo el mundo, el nuevo Obispo de Roma declaró "para mí, es el hombre de la pobreza, de la paz, el hombre que ama y cuida la creación en este momento en que nosotros no tenemos una relación muy buena", se refería a San Francisco de Asís y al distanciamiento de la iglesia con la austeridad y la pobreza. Justificación de nombre papal completamente contrastante con la de su predecesor, quien estableció la admiración personal a Benedicto XV, como la causa que inspiró la postulación de su nombre. Se nos hace reflexionar y hasta pensar que algo de esto tiene que ver con la renuncia por motu proprio previo a este nuevo ministerio petrino, no obstante su capacidad teológica brillante reconocida por propios y extraños, Ratzinger distaba mucho de ser factor de la tan necesitada unión del catolicismo, sino por el contrario encumbró una de las facciones que sólo contaminan los propósitos y la ya tan lastimada reputación de su Iglesia.

A diferencia de cómo algunos piensan, la Iglesia no sufrirá transformaciones en su estructura o formación, lo cual se sabe derivado de los propios concilios de Trento y Vaticano I o del canon 335; pues hablamos de una entidad dogmática que aunque tenga características políticas no deja de ser religiosa primordialmente. Lo que sí puede y seguramente cambiará, dados los aciertos que a mi criterio se están haciendo, será en llevar a la fe cristiana de San Pedro a una nueva era en la que se han percatado que su obligación es convencer más que imponer, en la que ya se asumen vulnerables y no como otrora, omnipotentes.

@alanbarrasa

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Escrito en: jovenes columnistas

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