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No hace verano

GILBERTO SERNA RAMÍREZ

Hace la friolera de cincuenta años me encontraba en la Misión de los Jesuitas fundada en en 1776 por Fray Junipero de Serra llamada San Juan Capristano, esperando a que una golondrina hiciera su arribo al lugar en un día en que se festeja a San José, su aparición provocó un alarido de los que como yo habíamos llegado a la cita desde diversos lugares del mundo. El sonoro grito era de alegría, la expresión de un gozo inocente de la multitud que ya se hallaba reunida alrededor esperando la llegada de la parvada completa; una golondrina no hace verano, pero era el anuncio de que no tardarían las demás. Es un dicho que equivale al que expresa la casamentera en la obra "La Celestina" de Fernando de Rojas de que "un solo golpe no derriba un roble". Pero un descuido sí puede acabar con la confianza de toda una comunidad.

Los hechos son que las autoridades sanitarias de Brasil detectaron fragmentos de pelo de roedores en un conocido producto que contiene salsa de tomate, fabricada por una compañía gringa y se produce en nuestro país, que la distribuye y comercializa su venta, en hechos sucedidos a fines de 2012. Se dice que la salsa de tomate fue retirada del mercado en cuanto se denunció 6 meses atrás la presencia irregular en un lote que se elaboró en Jalisco. La Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria prohibió en aquel país la venta al público de un lote en el que se encontró la botella que presumiblemente contenía fragmentos de pelos de rata.
Una asociación de consumidores denunció la presencia, manifestando que la mercancía, importada por México y puesta a la venta en supermercados de la región metropolitana de Sao Paulo ya no está en circulación en el mercado. La empresa no precisó el volumen de productos retirados

Hay en México un dicho de que nunca falta un pelo en la sopa y es lo lógico cuando no se toma el cuidado necesario, pero lo que sucedió en la elaboración de la ketchup, es de creerse que los fragmentos del pelo no ocurrió cuando se embotellaba sino cuando se mezclaban las substancias comestibles, por lo que cabe pensarse que al aderezo se le agregó el roedor o el recipiente en el que se hizo la mezcla ya estaba contaminado antes de envasarse.

La verdad es que de una manera u otra hay en la elaboración del producto una ausencia de control que merece más que un simple retiro, quizá la sanción de cancelarle la autorización para producir la salsa. No imaginamos cómo podemos morder un hot-dog sin sentir la repugnancia de estar clavando el diente donde ha pasado un roedor, o peor aún, donde ha defecado el animal.

Las ratas transmiten enfermedades a través de la saliva y de sus excrementos. Desde luego estamos hablando de las ratas de cuatro patas que pueden contagiar a través de la saliva y la orina de diversas enfermedades a los seres humanos. Las otras ratas, las de dos patas, a las que les canta Paquita la del Barrio, son más escurridizas, difíciles, pero no imposibles de atrapar. Si las de cuatro se pasean en la salsa catsup dejando sus heces fecales y parte de sus pelos, las ratas de dos patas dejan su rastro maloliente, en oficinas de gobierno, curules, partidos políticos, empresas y administraciones estatales. Nunca las verá usted vagar cerca de lo que no les pertenece, a menos que se trate de un bien público de la nación.

Todas las noches, en la oscuridad estiran su larga y gruesa cola practicando para cuando llegue la ocasión de hacerle caravanas al escudo de su partido político enseñando sus manos de largas y afiladas uñas; es el que les da de comer y les permite practicar el dos de bastos sin consecuencias.

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