No todas las colitis son iguales
La colitis, también conocida como síndrome de intestino irritable, tiene diferentes tipos y causas, por lo que es importante identificar su origen y en esa medida recibir el tratamiento adecuado.
La inflamación de la mucosa del colon se manifiesta como una alteración de la función intestinal y sus principales síntomas son episodios de diarrea o estreñimiento; distensión, dolor abdominal, gases intestinales, náuseas y vómito, además de fiebre, fatiga, pérdida de apetito y de peso, así como signos de debilidad.
Entre los principales tipos de colitis se pueden mencionar:
Colitis nerviosa: sus principales causas son el estrés y la ansiedad constantes. Su aparición se da cuando la persona se somete a situaciones de estrés o de nerviosismo con frecuencia, pues se producen contracciones en los músculos del intestino grueso, aumento de sensibilidad ante la presencia de gas y movimientos del sistema digestivo. En conjunto, esto provoca un cólico abdominal con diarrea o en algunas ocasiones, cuadros de estreñimiento. Se considera que el 70 por ciento de los casos son de este tipo.
Colitis hemorrágica: es causada por la bacteria Escherichia coli, que afecta al intestino grueso y produce toxinas que causan diarrea con sangre además de intenso dolor abdominal.
Colitis ulcerosa: padecimiento crónico, que se caracteriza por la inflamación y presencia de heridas o úlceras en la pared interior del colon. Sus principales síntomas son diarrea con sangre e intenso dolor abdominal acompañado con fiebre. Aunque se manifiesta a cualquier edad, los casos más comunes se presentan entre los 15 y los 30 años.
Colitis tóxica: este padecimiento es una complicación grave de la colitis ulcerosa, en la que se daña severamente la totalidad de la pared intestinal. Esto provoca que los tejidos del colon vayan perdiendo fuerza y tono muscular y se ensanchen en el transcurso de algunas horas o días.
Colitis provocada por medicamentos: el exagerado uso de los antibióticos llega a dañar severamente las paredes del colon, provocando colitis seudomembranosa o necrosante. Esto se debe a que estos productos alteran el equilibrio de las bacterias que se encuentran en el intestino, permitiendo la reproducción de microorganismos causantes de enfermedades como la bacteria Clostridium difficile. Por otro lado, el consumo excesivo de los suplementos con vitamina C, hierro o antiinflamatorios no esteroideos como el ácido acetilsalicílico, pueden generar una severa irritación en la mucosa del colon y a su vez, una inflamación.
Ante la sospecha de padecer cualquier de los tipos de colitis, es necesario acudir con el médico, quien hará una entrevista y valoración física, además de ordenar estudios para descartar la presencia de tumores malignos o padecimientos en la vesícula o el páncreas, ya que comúnmente los síntomas que éstos provocan son muy similares a los de una colitis.
Además, es necesario practicar algunos estudios de laboratorio para descartar parásitos intestinales.
Cabe señalar que no hay tratamiento que cure la colitis, sino que únicamente lo controlan.
Regularmente, los pacientes que presentan cuadros de estreñimiento con mayor frecuencia, deben tener un tratamiento a base de fibra, además de que se les recomienda beber agua con frecuencia durante el día y realizar alguna actividad física, para obtener movilidad intestinal.
Para tratar las diarreas, otro de los síntomas predominantes, los pacientes deben tener también el tratamiento adecuado para su control.
En lo general, los pacientes con colitis deben cuidar mucho su alimentación, evitando la ingesta de comidas grasosas e irritantes, los que sean ricos en carbohidratos y fructosa; modificar su estilo de vida y mantenerse lo más alejados posibles del estrés.
Aunque la colitis no genera mayores complicaciones que pongan al paciente en condiciones de gravedad, suele ser una enfermedad que deteriora su calidad de vida, pues se ve impedido a comer cualquier tipo de alimentos sin experimentar incomodidad y distensión abdominal.
Por esto es importante saber identificar los síntomas y acudir al médico para recibir una valoración adecuada.