Otras protestas. Las protestas a favor de Morsi continúan, mientras que el grupo en contra ha cesado.
Un prominente economista, Hazem el-Beblawi, fue nombrado primer ministro de Egipto, y el líder pro-democracia Mohamed ElBaradei fue nombrado vicepresidente, anunció ayer martes el vocero del presidente interino luego de varios días de estancamiento político.
El-Beblawi, que tiene setenta y tantos años, fue ministro de Finanzas en uno de los primeros gabinetes formados tras el levantamiento de 2011 que depuso al autócrata Hosni Mubarak. Renunció en protesta en octubre de 2011 luego de que 26 manifestantes, principalmente cristianos, fueron asesinados por las tropas y las fuerzas de seguridad en una operación de represión.
Ahmed el-Musalamani, vocero del presidente interino, hizo los anuncios.
Por su parte, la Hermandad Musulmana de Egipto rechazó el nuevo calendario anunciado por el liderazgo respaldado por el ejército que establece una vía rápida para enmendar la Constitución redactada por los islamistas y celebrar nuevas elecciones parlamentarias y presidenciales a principios del año próximo.
Probablemente los militares también busquen demostrar a Estados Unidos y otros países occidentales que el país está regresando rápidamente a un liderazgo civil elegido en las urnas. Washington ha expresado preocupación por la remoción del primer presidente egipcio elegido libremente, y si el gobierno de Estados Unidos determina que la maniobra del ejército califica como golpe de Estado, interrumpiría la ayuda por más de 1,000 millones de dólares que proporciona a Egipto, principalmente al ejército.
Por su parte, el gobierno de los Emiratos Árabes Unidos se comprometió a otorgar préstamos y fondos por 3,000 millones de dólares al nuevo gobierno de Egipto, de acuerdo con la agencia oficial de noticias WAM.
Bajo el plan propuesto por el presidente interino el lunes por la noche, se nombrarán dos paneles para hacer enmiendas a la constitución aprobada durante el gobierno de Morsi.
Uno, compuesto por jueces, presentaría las enmiendas. El otro, conformado por representantes de la sociedad y movimientos políticos, debatiría las enmiendas y las aprobaría. La nueva constitución sería sometida a un referendo en los próximos 4 meses y medio.
En los siguientes dos meses se celebrarían las elecciones parlamentarias, y una vez que el nuevo Parlamento sesione, tendría una semana para establecer una fecha para la elección presidencial.
El gobierno interino respaldado por el ejército egipcio propuso un plan político post-Morsi a pesar del rechazo islámico, lo cual muy probablemente indignará a la Hermandad Musulmana, el grupo al que pertenece el presidente derrocado. El grupo islamista afirma que Morsi fue depuesto por un golpe de Estado y que todo lo que sigue es ilegal.
La "declaración constitucional" anunciada por el presidente interino Adli Mansur el lunes por la noche coincidió con el día de violencia más mortífera en el país desde que Morsi fue depuesto el 3 de julio, ya que las fuerzas de seguridad mataron a más de 50 de sus partidarios y el principal imán del país habló sobre la posibilidad de una guerra civil.
Los asesinatos profundizaron aún más las líneas de batalla entre los partidarios y los detractores de Morsi. Los partidarios del líder depuesto hicieron un llamado a un levantamiento, acusando a las tropas de matar a tiros a los manifestantes. El ejército culpó a los islamistas armados de provocar a sus fuerzas.
Los tiroteos comenzaron durante una protesta de unos 1,000 islamistas afuera de la sede de la Guardia Republicana en donde Morsi, el primer líder de Egipto elegido libremente, fue detenido la semana pasada. Los manifestantes y miembros de la Hermandad dijeron que los soldados abrieron fuego contra ellos sin provocación al terminar la oración del amanecer.
Debaten democracia
En momentos en que la crisis política de Egipto se sumía en su primera noche de sangre derramada la semana pasada, el jefe del ejército en el país tuvo que atender una llamada telefónica. Era una llamada que no podía desatender fácilmente.
Al otro lado de la línea estaba el rey Abdalá de Arabia Saudí. Llamaba ese viernes para enfatizar personalmente su firme respaldo a los nuevos gobernantes interinos de Egipto. Y le recordó al general Abdel-Fata el-Sisi que el gobierno saudí espera "sabiduría" a medida que se desenvuelven los acontecimientos. Lo que había entre líneas era claro: a fin de cuentas, la inestabilidad en Egipto pondrá a prueba los planteamientos surgidos de la Primavera Árabe y los puntos de vista sobre el papel del país como un centro de desarrollo para la democracia en la región. Para naciones como Arabia Saudí, que han empleado todos sus recursos para acallar las exhortaciones en pro de reformas, nada podría ser más tranquilizador que el que las credenciales democráticas planteadas por la Primavera Árabe sean puestas en tela de juicio. Ahora podrían señalar cada vez más a Egipto como una advertencia de lo que puede pasar en los países que aspiran a la democracia, aviso encaminado a validar su posición de poder y endurecer aún más la represión de la disidencia.