Estudiosos de la Educación que se imparte en Coahuila, sobre todo del nivel básico, sostienen que la efectividad y el éxito del servicio que se brinda en escuelas públicas y privadas depende en un 30 por ciento del trabajo del profesor. La garantía de que el niño o joven destaque en sus niveles de aprendizaje depende en un 70 por ciento del papel del padre de familia y es aquí donde se observa un atorón tremendo si esto del cambio que se pretende en el campo educativo va en serio o es, como muchos piensan, una medida política para debilitar al gremio magisterial. Para nadie es desconocido que muchos colegios particulares funcionan más como negocio que como instituciones educativas y basta voltear a ver aquellas escuelas privadas donde a los alumnos se les encargan tres uniformes: el del diario, el de lujo y el deportivo, así como las guías de estudios y una larga lista de útiles escolares…todo se compra en el plantel desde luego y todo queda en familia. Para muchos profesores, la reforma educativa equivale a una luz de esperanza que vendrá a mejorar el servicio en las escuelas y para muchos otros, es una agresión, pues incrementa los riesgos de perder los privilegios que todavía en estos momentos tiene…pero, qué pasa con el trabajo de los padres de familia que mandan a la escuela a cada niño o muchacho con comportamientos especiales, carentes totalmente de las demostraciones más básicas de educación y respeto. El otro día, andaba trotando en el Bosque Venustiano Carranza y frente a la escuela Lázaro Cárdenas, dentro del mismo paseo público, un grupo de jóvenes estudiantes, pues traían su uniforme jugaban Futbol gritándose una bola de groserías, de las más pesadas sin importarles el paso de mujeres y niños. Lo más grave, es que a orillas de donde practicaban ese deporte jovencitas estudiantes también los alentaban con insultos de alto tono sin el menor recato que se puedan imaginar, es más, algunas de las muchachas expresaban ofensas más fuertes que los mismos alumnos. La escena se tornó más grave aún, cuando observo un adulto obeso, medio corriendo junto con los jóvenes, también expresando groserías y descubrí que se trataba del profesor de Educación Física y que esa, era una clase de Educación Física. El señalamiento puede ser el lugar donde se trataba de impartir la actividad deportiva, o bien, la forma de hablar del sedicente profesor; sin embargo, me llamó más la atención la forma como se expresan los jóvenes y los niños que en la escuela y en la calle son el reflejo de sus muy particulares y respetadas formas de vivir. Los maestros de educación básica, principalmente, requieren el apoyo de los padres de familia empezando con que al hijo no le digan que la escuela es un castigo porque eso también es violencia familiar. El maestro necesita que al alumno se le ayude en sus casas con sus tareas, que se refuerce la plática y práctica de valores éticos, que se tenga cuidado y mayor control con los programas televisivos que en su mayoría no promueven otra cosa más que la práctica de antivalores y que terminan provocando en niños y jóvenes los problemas de agresión, embarazos en adolescentes, droga, alcoholismo y demás y que todo esto dificulta más el servicio educativo a cargo de los profes. Bajo este breve análisis, la reforma educativa y en general la lucha por mejorar el servicio en este campo, seguirá siendo solamente un deseo para el bien de México.
Por Martín Chávez