Cerca de Dios… lejos del cielo. En enero próximo, la representación del Vaticano en las Naciones Unidas deberá presentar información completa requerida por este organismo multilateral en la que debe responder y explicar amplia y detalladamente sobre abusos sexuales y violencias cometidos contra niños en la Iglesia Católica. Es la primera vez que la ONU hace una conminación de tal magnitud al grupo observador religioso, lo que lleva a reflexionar en la gravedad del tema. La semana pasada la Procuraduría de Justicia de Querétaro detuvo al sacerdote católico Arturo Méndez Camacho, acusado de abuso de menores; el clérigo con 30 años de ejercicio religioso acababa de oficiar misa en la iglesia San Antoñito y según compañeros cercanos, el cura mantuvo relación estrecha con el Papa Juan Pablo II. El acontecimiento fue difundido ampliamente en diarios de esa localidad, no así en todo el territorio nacional. El caso definitivamente sorprende y puede ser el inicio de la respuesta al reclamo y grito de justicia de muchos menores que padecieron ataques de este tipo, sobre todo si se toma en cuenta la protección que por mucho tiempo le brindaron autoridades religiosas y civiles al cura Marcial Maciel Degollado, fundador de la Legión de Cristo, de quien incluso se supo en 2009 que era padre de una joven española. Maciel fue considerado un depredador sexual pues violó niños y tuvo relaciones prolongadas con varias mujeres, sin embargo jamás pisó la cárcel…Terminó sus días en este mundo en Estados Unidos y no perdió nunca su estatus en la Iglesia Católica. El hecho plantea también varios pensamientos como los más de cuatro mil casos de abusos sexuales a menores por parte de clérigos en la última década reconocidos por El Vaticano, confesión realizada en el simposio "Hacia la Curación y la Renovación", que sobre pederastia se celebró en Roma en febrero del 2012; o bien lo dicho hace meses por el arzobispo de Polonia, Jozef Michalik, en el sentido de que los niños son los culpables del abuso sexual, a la brevedad el representante religioso ofreció disculpas, pero el daño ya estaba hecho. El Vaticano ocupa un puesto de observador permanente en la ONU y algunas de las preguntas a las que deberá dar contestación son por ejemplo: las medidas que adopta para garantizar que ningún sacerdote involucrado tenga contacto con el menor afectado; cuántos han recibido como castigo solamente el traslado de una iglesia a otra; si hay casos específicos de obispos y otros líderes católicos que dejaron de reportar sospechas de abusos a la policía; ofrecer detalles de las investigaciones sobre casos de presuntos abusos sexuales y resultados de las mismas; incluso si hubo cualquier compensación económica o ayuda psicológica a las víctimas, entre muchas otras y tiene de plazo hasta enero del 2014, cuando se convocará a una reunión abierta del Comité de la ONU en Ginebra donde se espera que funcionarios del Vaticano sean interrogados sobre el delicado tema. Los escándalos de pedofilia, sin duda alguna fue uno de los factores que más debilitó al Vaticano en el pontificio de Benedicto XVI, quien agobiado y cansado, a punto de cumplir 86 años, no sintió fuerzas suficientes para afrontar lo que veía. En el angelus del 17 de febrero, 11 días antes de su renuncia, Benedicto lanzó un exhorto: "No instrumentar a Dios para beneficio propio". El Vaticano ha firmado la convención de la ONU sobre derechos del niño, pero en ocasiones ignora las peticiones de información. A ver qué pasa en enero.
Por Martín Chávez